I recently received the latest issue of Convivencia (No. 53). It reflects some of the dissident thinking in Cuba and its diaspora in the wake of normalization and, more importantly, the anticipated trajectory of development--civil. economic, social and political--in Cuba.
All in Castellano. Earlier English version of some of the articles may be accessed HERE.
Un umbral para la ciudadanía y la sociedad civil en Cuba.
C o n v i v e
n c i a 53
Revista sociocultural
desde Pinar del Río, CUBA Año IX. No. 53. SEPTIEMBRE-OCTUBRE DE 2016
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ÍNDICE
Editorial:
Un
país donde la palabra convivencia está censurada
Cultura: Arte
y Literatura…
Galería:
Curriculum vitae
de Liván
Ricardo Hernández
Revelar
el arcano de nuestra existencia
- Liván Ricardo Hernández
Narrativa:
Habitación 104, cama 24, tensión arterial por debajo de cero (Parte
III)-De la serie “Diario de un poeta en Vueltabajo”
-
Maikel Iglesias Rodríguez
Poesía:
Teología
(El Gran Pastor). Plegaria en versos
-
Dani Francisco Tejera Menéndez
Historia:
Nuestros pensadores (XXIII):
“José Braulio Cástulo Alemán Urquía”
- Héctor Maseda Gutiérrez
Sociedad
civil:
#Otro18: la democracia desde abajo
- Manuel Cuesta Morúa
conomía:
Una
economía solidaria de mercado. Reflexiones sobre la experiencia de Chile
-
Mauricio Rojas
Desde
la comunidad económica a la primacía de la sociedad civil
-
Karina Gálvez Chiú
Volver
a la persona humana: único camino hacia una economía diferente
-
Jorge Ignacio Guillén Martínez
Debate público:
La Revolución Cubana
ante la cuestión racial
- Norberto Mesa
Carbonell
La hora de la piñata y
el día después
- Williams I.
Rodríguez Torres
La juventud cubana:
¿una generación “desconectada”?
- Yoandy Izquierdo
Toledo
El reino del absurdo:
Añoranzas de un
pasado, tristezas de un presente, esperanzas de un futuro
- Luis Cáceres Piñero
Última hora:
Encuentro del CEC con
las Hermanas de la Compañía de Santa Teresa de Jesús en Cuba
- Consejo de Redacción
Carlos IV: Conferencia
sobre su vida y obra a cargo del Sr. Filip Vurm
- Consejo de Redacción
Editorial
EDITORIAL 53
UN PAÍS DONDE LA
PALABRA CONVIVENCIA ESTÁ CENSURADA
En el principio era la Palabra...” (Jn
1,1). Así nos dice el inicio del Evangelio de San Juan. Recordamos también a
nuestra poetisa mayor, Dulce María Loynaz, que esgrimía este versículo para expresar
su opinión ante el viejo debate filosófico de qué era primero: la palabra o la
acción. La palabra es expresión distintiva y exclusiva de la condición humana.
Cuando en un país hay palabras censuradas algo se lesiona en su
humanidad. Cuando se ejecutan palabras en un Index medieval en pleno siglo XXI,
algo anda muy mal en ese país.
Hace unas semanas, el diario digital 14ymedio investigó y
denunció una lista de palabras y nombres propios que estaban censurados por
ETECSA, presentando inmediatamente la denuncia ante esa empresa y ante el
Ministerio de Comunicaciones.
Han sido censuradas palabras como convivencia, democracia, derechos
humanos... nombres de grupos de la sociedad civil como 14ymedio, Unpacu,
Somos +, Damas de Blanco... y nombres propios como José Daniel Ferrer, Yoani
Sánchez, Berta Soler, y muchos más en las tres categorías: palabras, nombres de
grupos y nombres propios.
¿Cómo será el presente y el futuro de un país donde se censura la
palabra convivencia? ¿Qué señal se envía al mundo cuando se bloquea la palabra
democracia, o se sataniza la frase derechos humanos? Prohibir palabras y hacer
de ellas bloqueadoras de la comunicación es un crimen no solo contra los
derechos humanos, sino contra la esencia de la humanidad.
El uso
de estas palabras bloquea el mensaje de texto, SMS, que se envía desde
su teléfono celular y sin embargo, es cobrado aunque nunca
llega. Podríamos detenernos en el fraude delictivo que constituye cobrar un
servicio que no se presta, o en la debida indemnización que debe pagar la
empresa a los usuarios por los miles de mensajes bloqueados y cobrados. Pero de
eso ya han hablado otros muchos medios de prensa independientes y agencias
internacionales de noticias.
Preferimos avanzar, con todo respeto, al fondo del problema que,
por cierto, no es nada nuevo. La censura es vieja desde las coletillas de la
prensa escrita de los años 60 y venía del antiguo régimen. Ha pasado por
quinquenios grises y decenios prohibitivos, ha mutilado a la literatura, a las
artes, a la Internet, al teatro, al cine... pero a medida que avanza el siglo
XXI y el mundo cambia a nuestro alrededor, se hace casi alucinante que alguna
autoridad dedique talento humano, recursos, software y tiempo para
confeccionar un listado de palabras, nombres propios y nombres de grupos,
semejante al Índice de libros prohibidos en plena Edad Media. Pasar de la
censura a las personas, hechos y obras discrepantes, al bloqueo de palabras
sueltas demonizadas sin relación con nada, sin tener en cuenta texto ni
contexto, es ya la fuerza de la sinrazón, el elogio de la locura.
La gravedad mayor es convertir las palabras, que son vehículos de
comunicación y humanización, en muros de la mudez y herramientas de la
deshumanización. Sí, porque reprobar palabras que expresan conceptos
antropológicos y aún peor, bloquear los nombres propios de ciudadanos cubanos,
son acciones despersonalizadoras que niegan todo principio humanizador y
progresista.
Pero tenemos la serena convicción de que estos rezagos del pasado
inquisitorial y medieval están condenados al fracaso, no tienen ni presente ni
futuro. Son estertores de oscuras fuerzas reaccionarias a las que no le quedan
más recursos ni razones que censurar palabras sin contexto, invisibilizar
nombres de sus propios ciudadanos, bloquear las comunicaciones y lesionar
gravemente la condición humanista, franca, abierta al debate y dialogante, que
nos han legado los padres fundadores de la nación cubana desde Varela y Martí,
las que forman y formarán parte inalienable de nuestra identidad y de nuestra
cultura. La mano inquisidora ha suplantado a la "mano franca" del
poema martiano.
Ninguna decisión como esta, ninguna prohibición absurda y
decadente, podrá con el libérrimo espíritu humano, ni con la soberanía
ciudadana, ni con la libertad del verbo, ni con la libre circulación de las
comunicaciones y la información... sencillamente porque estas cualidades
estructurales no son solo derechos humanos, ni son solo conquistas de la
civilización contemporánea. Son todo eso y todavía más que eso: constituyen
parte de la condición humana.
Confiamos en que este lamentable error que lesiona, sutil pero
gravemente, la dignidad y la condición humana, sea rápidamente corregido, y
Cuba pueda volver a ser fiel y coherente con la tradición humanista,
progresista y liberadora que la ha identificado desde sus más puras y francas
raíces fundacionales.
Y si “al principio era la Palabra” ...el presente y el final serán
definitivamente de la palabra.
Pinar del Río, 8 de septiembre de 2016.
Fiesta de la Virgen de la Caridad del Cobre,
en el centenario de su proclamación como
Madre y Patrona de todos los cubanos.
Cultura, Arte y Literatura…
Galería
CURRICULUM
VITAE DE LIVÁN RICARDO
HERNÁNDEZ
Liván
Ricardo Hernández nació en Pinar del Río en 1975.
Estudios
realizados
Graduado
en el año 1989 de la Escuela Vocacional de Arte (EVA) “Raúl Sánchez”, en Pinar
del Río.
Licenciado
en Educación Plástica en el Instituto Superior Pedagógico “Rafael María de
Mendive”, en Pinar del Río.
Exposiciones
personales
2001-Exposición
personal. “Retratos”. Museo de Historia Provincial.
2002-Exposición
personal. “Ámbito privado”. Fondo de Bienes Culturales.
2004-Exposición
personal. “Cita con ángeles”. Galería Museo Municipal de Historia, San Luis.
2004-Exposición
personal. “Autorretrato cargando palos”. Galería Arturo Regueiro.
2009-Exposición
personal. “Monstruos del 90”. Universidad de Pinar del Río “Hermanos Saíz
Montes de Oca”.
2009-Exposición
personal. “De las minúsculas ausencias”. Instituto Superior Pedagógico “Rafael
María de Mendive”.
Exposiciones
colectivas
2006-Exposición
colectiva. Centro de Documentación del Instituto Superior Pedagógico “Rafael
María de Mendive”.
2007-Participación
Salón “20 de Octubre”. Pinar del Río.
2007-Participación
Salón “Atilano Armenteros”. Pinar del Río.
2007-Participación
Salón de ilustración. UNEAC, Pinar del Río.
Trayectoria
laboral
En
el año 1995 comienza a trabajar como pintor rotulista y muralista en diferentes
talleres de decoración en los que realiza diferentes murales en empresas.
Algunas de sus obras forman parte de los motivos decorativos de obras
turísticas. Desde el año 2001 ejerció la docencia en la Escuela de Instructores
de Arte como profesor de dibujo hasta el año 2012. Además ha colaborado como
ilustrador para la revista Cauce y Chinchila desde el año 2001; así como
para la editorial “Hermanos Loynaz”. Entre los libros que ha ilustrado se
encuentran: “Y si las brujas te salen”, “Cuentos de Balbina dedos de palo”, “La
bufanda”, “Un, dos, tres, te cuento, antología de cuentos infantiles”, “Villa
lomita” y “Desnudo de tiempo”. Es Miembro del Registro del Creador y del Fondo
de Bienes Culturales, donde actualmente comercializa su obra.
Participó,
junto a otros artistas de la provincia en el “Proyecto Amanecer” con cuatro de
sus obras y un mural.
Algunas
de sus obras forman parte de colecciones privadas en EE.UU.
REVELAR
EL ARCANO DE NUESTRA EXISTENCIA
Por
Liván Ricardo Hernández
¿Qué es la vida del hombre?: Pequeños arroyuelos que confluyen en
cuerpo y alma, una amalgama inseparable de cosas tangibles e intangibles, la
respuesta inevitable a la interacción de todo en él mismo, un cofre abierto o
cerrado portando cientos de datos que lo hacen elaborar un concepto de sí, la
visión condicionada por un mundo que lo estimula y construye.
Perfectamente
mortal, a veces perseguido por un pasado memorable y hostil, otras feliz,
envuelto en un presente promisorio y exitoso o cegador y plagado de afanes,
amenazado por un futuro incierto y difuso. Más que una criatura, el hombre es
un suceso en la línea interminable de lo eterno, a pesar de sus intentos de inmortalidad, su miedo a perecer y su inevitable tendencia de
marcar todo en tres tiempos, incluso a sí mismo.
Sale desde su boca y entra por ella, come y
saborea, se estira desde sus manos y toca todo lo tocable porque son una
extensión de su mente. Mira y discurre porque sus ojos son la trampa para las
formas que necesita al construir este y todos los mundos que se le ocurran.
Abordarlo como temática fundamental en mis dibujos, más que una demostración de
talento, me eleva a un ejercicio mucho más sublime, resulta un vehículo
catártico muy eficaz en esta constante inquietud por entenderle y descubrirle.
Por ello el uso de diversas técnicas del dibujo me ha permitido transitar por
disímiles derroteros, luces y sombras, seres metamorfoseados, peces, aves e
hipocampos que convergen en la superficie de un mundo bidimensional con la sola
intención de revelar el arcano que entraña nuestra existencia, humanos que no
distan del minúsculo hipocampo, ese pequeño ser que nada bajo el agua llevando
en su vientre el frágil deseo de multiplicarse.
Esta pequeña muestra de ilustraciones y dibujos en lienzo y
cartulina, generalmente va escoltada por la palabra, con su poder casi divino y
la virtud de traer consigo la imagen que el pincel, la pluma o el lápiz a veces
no encuentran. Todo se difunde en una misma sustancia dando a luz imágenes de
las que no hay arrepentimiento si en verdad existe el goce de haberlas
concebido.
Poema flotante para hombres de plomo
Hoy desperté ligero,
No pude discernir en qué momento abandoné la
tierra,
Me elevé por encima de todo lo que existe
Ascendí levemente, como un cometa.
Bajo mis pies aún veo a los hombres y las cosas.
Flotar se siente extraño,
Me pregunto cómo es posible que guarde en mi bolsillo
este trozo de ala, esta raya de tigre,
Acaso las culpas se nos vuelven etéreas y suben con
nosotros a este humo que somos,
¿Y la gravedad?, ¿A dónde fue a parar aquella ley de
subrayar a los que un día caímos,
aquel miedo a las olas y la falta de fe?
Floto sí, casi puedo decir que a estas alturas no sé
cómo es posible.
Luego están los hombres y sus cosas,
lucen tan minúsculos cuando se aferran a la cáscara de
la tierra,
Y es que tal vez morir les ha añadido mucho peso.
Estoy mirando al horizonte, ya nace el sol,
Pienso en los días que pasé como si nada,
Ignorando que sobre mi cabeza existe un mundo
diferente,
Y hablo de un sitio mucho más allá de las nubes y el
bullicio rectangular de los aviones,
Donde no importan los precios de la bolsa, ni las
crisis o las condecoraciones,
Un lugar sin almohadas ni columnas vertebrales.
Hoy desperté ligero, no tengo entrañas,
Sin embargo estoy lleno de este espíritu breve,
Todavía respiro,
Me elevo, me elevo, me elevo, ya no tengo náuseas.
Liván Ricardo Hernández (Pinar del Río, 1975).
Licenciado en Educación Plástica.
Reside en Pinar del Río.
Narrativa
HABITACIÓN 104, CAMA
24, TENSIÓN ARTERIAL POR DEBAJO DE CERO
(PARTE III)-DE LA SERIE
“DIARIO DE UN POETA EN VUELTABAJO”
Por Maikel Iglesias
Rodríguez
VIII (el camino de San
Diego)
Se
mantiene la rémora de trasladarse en Cuba, gravitando cual espada de Damocles
sobre nuestra conciencia. Un país que prácticamente lo hicieron los viajeros;
pues hasta los aborígenes, venían desde otras orillas a desarrollar sus tribus
en esta ínsula y sus cayos adyacentes. Es, el movimiento fluido y armónico de
los isleños, lo que les confiere a sus tierras una dimensión continental. En
cualquier parte del mundo, disminuir los obstáculos en pos de desplazarse,
marca la diferencia en cuanto a evolución. Es una necesidad perentoria,
mientras haya vida y voluntades que la echen a rodar, favorecer el libre flujo
de los seres humanos y sus creaciones, hacia donde quiera que este fuere
requerido. Por muy lejana que parezca la invención de una superpoblada y
floreciente urbe, de una aldea escondida en el trasero del planeta, tienen
derecho sus tribales a soñar que una mañana estas virtudes extranjeras, se
hagan realidad en sus propios espacios. Aunque persista dividida o tenga una
comarca insuficientes comunicaciones con sus semejantes, no hay nada más
cierto, que toda la tierra le ha de pertenecer al hombre entero. No a un
hombre, ni a dos, no a una sola mujer ni a unas cuantas; sino a todos los
hombres y a todas las mujeres. En el caso específico de Pinar del Río, apenas
una arteria o arteriola entre las tantas que irrigan los órganos del mundo,
debe ser purificada de nocivas placas que la enferman de arterioesclerosis, y
hacerse más flexible para que la sangre circule a un ritmo superior dentro de
sí, sin que se perjudiquen la calidad de los nutrientes que transportan sus
células. No hay que olvidar, que la circulación sanguínea, es un proceso donde
viajan también, muchas sustancias con carácter de remanentes tóxicos. Sin embargo,
percibo que la insuficiencia cardiovascular que hoy aqueja a nuestro país, es
más de índole cardíaca que arteriovenosa. El quid del síndrome de carestía en
Cuba, tiene mucho que ver con ese músculo especial que la gente denomina bomba.
Es en el corazón donde se duele más la Isla, apenas bombea con fe la sangre que
llega a sus aurículas. Las terapias al estilo de disminuir presiones o
incrustar modernos marcapasos, ya no le resuelven porque se ha infartado mucho
el corazón cubano. Creo que precisa un trasplante de inmediato, o lo que sería
mejor, porque les beneficiaría a todos, volver a enamorarse de la libertad del
mundo. No obstante a que sepamos que el amor, es un misterio muchísimo más
grande que el que implica a los atrios y ventrículos civiles, debemos
intentarlo siempre. Pero amar no es evadir los deberes y derechos humanos, sino
meterle el pecho a los asuntos primordiales de la vida. Así
que voy como un cohete en busca del esperadero, para ver si conquisto una novia
que me alivie y me adelante en el camino. Son las 11 y 42 de la mañana, siento
que he dejado atrás a presuntas amantes, extraño sobre todo a una mujer que
habita a miles de kilómetros de aquí, y aunque se me ha hecho tarde en mis
propósitos de conseguir boleto en “La Aspirina”; me siento con potencia en el
sentido literal de este vocablo, no necesito Red Bull ni una Viagra para
soportar la dilación y la séptima categoría de los medios de transporte
intermunicipales. Seguro que me bastará con un pancito con croquetas, y un
guarapo con hielo, entretanto la llovizna sigue aminorando los hollines,
adheridos como ríspidos tatuajes a la arquitectura. Salí fortificado del museo
municipal de historia, luego que su generosa guía, tal vez un poco aburrida del
marasmo pueblerino, me presentase con orgullo a la heredera de los Hermanos
Troncoso; dos mártires que fueron consecuentes con sus ideales, más allá de que
la intolerancia y la brutalidad, que imperaba en los gobiernos de su época, les
truncaran a golpe de balazos sus vidas juveniles y altruistas: Enrique y
Adrián, pese a que aparezcan poco en la historiografía cubana, han dejado en la
memoria colectiva de nuestro país, profundas notas y valiosas referencias para
cualquier tesis que se empeñe en estudiar el presente y porvenir de Cuba.
Aunque discrepo con ambos, en el tema del empleo de las armas violentas, en la
consecución de los fines más nobles, respeto sus legados y prosigo en los
senderos de mi patria, declarando mi eterna gratitud para quienes la amaron de
veras y ofrecieron sus almas por su dicha. Ya estoy apretujado sobre el
camioncito aquel, que tiene por alias el nombre comercial de la perla más
preciada en la corona de la firma Bayer, y he de rebasar los márgenes del río
Macurije con destino a otro río nombrado San Diego, el cual atesora en sus
revueltas aguas de estos tempestuosos días, innúmeras memorias prodigiosas.
IX (a veces en medio de la ruina afloran las verdades más
profundas)
Después
de haber indagado, cuánto equivalía alojarse una noche en el hostal Libertad, y
recibir por única respuesta, más allá de las palabras de rigor, el apreciable
gesto de una sonrisa tierna, cariñosa, compasiva, si bien un tanto
desaprobatoria, de una mujer que tras el recibidor de su posada, afirma un
alegato bastante predecible: “lo sentimos joven, en estos mismos momentos,
todas nuestras capacidades, están cubiertas por los obreros de una empresa
estatal de comunicaciones, llamada ETECSA; solo con 9 pesos y 20 centavos,
podría usted hospedarse durante 24 horas, pero, no es posible aunque quisiéramos
ayudarle a pernoctar aquí”. Tras este trago fuerte, que equivale a un añejo
centenario del licor por excelencia de Pinar del Río, una Guayabita Seca que
precisa degustarse sin cubitos de hielo; vinieron a mi mente los recuerdos
distintivos, de un pasaje anterior que en calidad de amparado por una amiga
extranjera, me habían permitido conocer la geografía deslumbrante de San Diego
de los Baños y algunos de sus misterios. Una tierra que obtuvo su renombre,
gracias a los favores de un balneario mineromedicinal que fue redescubierto,
según cuentan algunos pobladores, por un esclavo proveniente del África, que
ceñido a las hostilidades de un cimarrón afligido por una infección en su piel,
dio milagrosamente con la cura de su maleficio y, tuvo la nobleza de llegar a
compartir la buena nueva, no solo con los demás esclavos, sino también con
quienes habían sido sus verdugos. A esta leyenda matizada por los dulces
prodigios de la conciencia popular, que es bálsamo y lección al unísono de
nuestro Vueltabajo, debo adjuntar las asombrosas ruinas de la finca de Manuel
Cortina; un pinareño digno e inteligente en dimensiones tales, que en cada hoja
de sus relatos biográficos, aún por escribirse, haría trizas los chistes que en
gran parte de Cuba, suelen contarse contra la humildad e ingenuidad del
pinareño. Este gran hombre, además de legarnos un estilo genuino de
arquitectura cívica y política para la nueva Cuba, fue sabio en concebir una
hacienda excepcional donde mostrarnos, los tesoros culturales más sublimes de
este mundo. Sin embargo, al mismo tiempo que esta remembranza acontecía en mi
interior, también se me revelaba la premonición vital, de que al fondo de los
pueblos solo se consigue pasaporte, en virtud de residente inquieto o
peregrino, no obstante a la profundidad de campo y el número de píxeles de tu
cámara de fotos. ¿Qué puede hacer un simple ciudadano, frente a los designios
de una institución, que copa las habitaciones más baratas y deja solo a los
viajeros la oportunidad que ofrecen, las pocas casas de alquiler y un hotel que
nombran “Mirador”, si ambas opciones exhiben tarifas imposibles a los ojos
populares? Por fortuna, unos minutos antes de este fiasco en el hostal
Libertad, yo había recibido algunas esperanzas de parte de la recepcionista del
motel Saratoga; un céntrico remanso abandonado al azar de huracanes y humanas
indolencias, el cual disponía de un servicio dirigido en lo fundamental, a los
seres aquejados de complejas lesiones epidérmicas o padecimientos crónicos del
sistema osteomioarticular, que pese a sus traumas físicos, mentales y aquellos
más difíciles de tratar, que son sin dudas, aquellos que afectan al espíritu;
confiaban en las recomendaciones científicas y menos calificadas de la historia
legendaria del balneario. Bien engarzado en las fronteras del crepúsculo, pude
comprobar que en su mayoría, los principales huéspedes de aquel albergue con
pinta de museo de un remoto vecindario colonial, eran ancianos y discapacitados
que se trasladaban desde La Habana u otras provincias aledañas, en busca del
alivio de sus afecciones; mientras sus aldeanos, cada vez desconfiaban mucho
más de las bondades del azufre, debido a los reportes que a este lo implican en
indeseables procesos cancerígenos. Entonces, sitiado por la lluvia y los
fantasmas, procuré convencer a los trabajadores del motel, para que me
permitiesen quedarme al menos una noche a salvo de la incertidumbre de la
madrugada. De súbito, obligado a una única apuesta en un casino casi a punto de
quebrar, un administrador con nombre de arcángel, frotó su lámpara de
burocracia para conseguirme un sitio allí, entre las apacibles calles de San
Diego, a cambio de 7 pesos en moneda nacional, por cada noche que pasara en sus
predios; y en menos de cinco minutos conocí los interiores de dos aposentos. Finalmente,
fue la habitación 104 la que me acogió en sus despintadas y
húmedas paredes, todo el tiempo que necesité para recomponer mis músculos, sin
agua corriente, pero con sábanas limpias; sin mucha iluminación, pero con tres
espejos solo para mí. Hasta que a las 5 y 33 a.m., logré despertarme con vida,
renovado por completo gracias a las trascendentales purezas del oxígeno y el
silencio obsequioso de aquel lugar encantado y desapercibido en los mapas de
nuestro archipiélago, junto a los cantores gallos repentistas, decimistas, y el
penetrante obstinato sinfónico, de esa orquesta que conforman disímiles
grillos. Con 3 pesos cubanos y 85 centavos, me bastó para una cena que será
propicia en las imágenes que integran el olvido. No obstante, San Diego con su
gente y sus enigmas, iluminó mi espíritu y me reactivó en las ganas de seguir
adentrándome en lo hondo de la fuente primordial de nuestra historia. Este
pueblo sencillo con nombre de santo, donde el 12 de febrero de 1898, fue herida
de muerte la excelsa patriota Isabel Rubio, me zarandeó de veras en el alma, a
razón de devolverme con más fe y amor por los caminos, pese a que no me bañase
en las revueltas aguas de su río milagroso, ni tampoco en las oscuras y
arruinadas fauces del motel “Saratoga”. Una vez que devolví la llave de la
habitación 104, quedé listo para trasladarme en un tractor con un pequeño
tráiler de carreta o lo que sea, y luego descubrirme hábil en el arte de
enhebrar mis pasos con la suerte de varios camiones y máquinas, entretanto perseguía
estampas imborrables de “La Güira” hasta que me vencieran el cansancio, la sed,
o la capacidad tecnológica de una cámara Olimpus 500, y al fin volver a mi casa
a salvo de la tormenta, cruzando por la Loma de Candelaria, Herradura y
Consolación. Ya estoy de vuelta a mi hogar. Son las 12 y 47 p.m. del día 30 de
mayo, y aunque llueve más o menos con la misma intensidad de cuando me marché
hacia Los Palacios, presiento que esta noche dormiré en mi cama, inmune a los
mortales inventarios, empapado de recuerdos y vivencias, que seguro han de
elevarme sobre lo superfluo.
Maikel
Iglesias Rodríguez (Pinar del Río, 1980).
Poeta,
articulista, médico y fotógrafo.
Poesía
TEOLOGÍA
(EL GRAN PASTOR). PLEGARIA EN VERSOS
Por
Dani Francisco Tejera Menéndez
¡Oh!, padre celestial, Dios poderoso
Rey de reyes, escucha mi lamento
que eleva hasta tu hogar maravilloso
una súplica llena de tormento.
La añoranza de un alma entristecida
Que por justicia, clama de tus manos,
la bondad infinita, incomprendida
para tantos, Señor, seres humanos.
Odio, desolación, miseria, muerte
invaden nuestros campos terrenales
y en los pobres de fe solo se advierte
disminuir creencias teologales.
¿Por qué ignorar, Señor, tus mandamientos?
¿Por qué negar, Señor, tu Omnipotencia?
¿Por qué enfermar, Señor, los pensamientos?
¿Por qué dudar, Señor, de tu existencia?
Si hace millones de años Padre mío,
El Big Bang no se había producido,
si el espacio tan solo era un vacío
y en nada todo estaba convertido.
Y del propio vacío de la nada
surgió tu mano justa y creadora
para en solo seis días de jornada
transformar las tinieblas en Aurora.
Si de inmensas galaxias y planetas
has poblado el espacio con tu esfuerzo,
asteroides, estrellas y cometas
que
circundan, Señor, el Universo;
Si diste fuego al astro refulgente
para inundar de luz nuestro sistema
y los rayos que nacen en su fuente
de la
vida resuelvan el dilema;
Si hiciste que esos cuerpos desfilaran
con sus fuerzas centrífugas en torno
al faro celestial sin que lograran
lanzarlos las centrípetas al horno;
Si a Cristo redentor nos enviaste
para que a tus praderas y aposentos
condujera al rebaño que cuidaste
¿Por qué ignorar, Señor, tus mandamientos?;
Si diste al árbol vida, vida al hombre,
a las aguas frescura y transparencia,
si en cada trino de ave está tu nombre
¿Por qué
negar, Señor, tu omnipotencia?;
Si fe, bondad, virtud, filantropía
Diagnosticas a nuestros sufrimientos
y en ternura conviertes la agonía
¿Por qué
enfermar, Señor, los pensamientos?;
Si la flor cuando emite su fragancia
con el don natural de la elocuencia
nos revela el secreto de tu estancia
¿Por qué dudar, Señor, de tu existencia?
Crímenes, sacrilegios, agresiones
se cometen a diario por codicia
y no alcanzan, Señor, las bendiciones
de tu misericordia y tu justicia.
Líbranos de esas graves tentaciones
que descomponen como al agua el sodio
nuestras conciencias y nuestros corazones
y así nos librarás también del odio.
Que tus siervos se ocupen diligentes,
con la Biblia, Señor, como azadón,
de sembrar esperanzas en las mentes
Y en sus almas no habrá desolación
Que enriquezca el espíritu del hombre
sangre noble, Señor, en cada arteria
que dentro de ella esté también tu nombre
y en ese corazón no habrá miseria;
Que se convierta en río caudaloso
nuestro fervor, y remar hasta verte
presidir ese juicio luminoso
donde al justo liberas de la muerte;
Que en una humanidad unida y sana
se transforme la nuestra dividida
y así nos brindarás cada mañana
amor,
resignación, riqueza y vida.
Y
sediento de paz en nuestras tierras
ruego desde
mi abismo verecundo
la
suspensión ansiada de las guerras
y un
perdón absoluto para el mundo.
Dani
Francisco Tejera Menéndez (Pinar del Río, 1940).
Especialista
en cine latinoamericano.
Graduado
de Español y Literatura.
Reside
en Pinar del Río.
Historia
NUESTROS PENSADORES (XXIII): “JOSÉ BRAULIO CÁSTULO
ALEMÁN URQUÍA”
Por Héctor Maseda Gutiérrez
JOSÉ BRAULIO CÁSTULO ALEMÁN URQUÍA, General de
División del Ejército Libertador y Ayudante del Generalísimo Máximo Gómez;
participó en la Guerra por la Independencia de Cuba en el período 1895-1898;
Secretario (Ministro) de la Guerra durante el gobierno de la República en Armas
del General Bartolomé Masó (1897); periodista; político (autonomista primero,
independentista después); diplomático; orador. Ministro de Educación y Bellas
Artes; Gobernador de Las Villas (actual provincia de Villa Clara) y Senador de
la República de Cuba; parlamentario constitucionalista, uno de los principales
autores de la Primera Carta Magna cubana (1901) y opositor decidido a la Enmienda
Platt; miembro de la Institución Masónica y patriota. Nació en Las Villas, el
26 de marzo de 1864. Defendió sus opiniones políticas en cuanto medio de
difusión masiva nacional le resultó posible, motivo por el cual fue reprimido y
encarcelado en decenas de ocasiones por sus ideas libertarias dirigidas contra
él por las autoridades coloniales españolas. Al declararse la “Guerra necesaria
y justa” (1895) se incorporó al ejército independentista el 5 de noviembre de
ese año. Participó en varias acciones combativas. Ya convertida Cuba en
República se le designó como Embajador cubano ante el gobierno de México. Fue
un incansable luchador durante la guerra y en la República defensor de la paz,
el progreso, la cultura y la elevación de la dignidad de su Patria. Entre sus
trabajos periodísticos más importantes se encuentran “Erre con erre”, “Veneno”
y “Planes y transacciones”. Ocupó el cargo de Presidente de la Sociedad
Científica-Cultural “La Tertulia”. Falleció en la ciudad de La Habana el 15 de
enero de 1930, a los 65 años de edad.
Sus padres fueron Antonio Alemán Romero y María
Urquía Espino, ambos naturales de Islas Canarias, España. Antonio era un
personaje querido y admirado por sus vecinos y coetáneos. María se consagró a
las labores hogareñas. El joven Alemán Urquía realizó sus primeros estudios en
los colegios de la capital habanera “San Francisco de Asís” y en el “Real
Cubano”. Desde su temprana edad se mostró inteligente, profundo y reflexivo en
sus ideas; así como firme y valiente en las decisiones importantes que asumió a
lo largo de su vida. Matriculó en la Universidad de La Habana la carrera de
Derecho, pero no la concluyó para dedicarse al periodismo, su verdadera
vocación, actividad que convirtió en su principal arma anticolonial. En su
ciudad natal fundó el diario El Horizonte (clausurado por el gobierno español
apoyado en virtud de la nueva Ley de Imprenta en 1886) por su empeño en
denunciar la inmoralidad administrativa, el falso liderazgo y la reacción como
línea de conducta del gobierno colonial. Colaboró, además, en los periódicos de
corte separatista La Defensa, El Porvenir y La Protesta.
Sobre todo en este último en el que criticó todos los desmanes del Gobierno
español y, en especial, los del General Esponda, Gobernador de Las Villas. Tuvo
que enfrentar cuarenta y tres procesos judiciales y varios encarcelamientos en
la prisión de Santa Clara. En sus enfrentamientos políticos defendió -con
valor, hidalguía y profesionalidad- sus ideales independentistas, a pesar de
los peligros que debía enfrentar al hacer pública su posición favorable a la
libertad de la Isla de Cuba y condenar las represiones y
violaciones a las libertades ciudadanas que contemplaban desde la confiscación
de bienes y el exilio forzoso, hasta la prisión política o la muerte.
Se inició en la Institución Masónica como miembro
de la Logia “Modelo” cuando cumplió los 21 años de edad y llegó a ser Venerable
Maestro de la misma, por la rectitud en su actuación fraternal; así como por su
proyección social y características personales que le granjearon sólido
prestigio como hombre digno y ejemplar, incluso, ante sus más fuertes
adversarios.
Como político, militó en el Partido Liberal
Autonomista en la provincia de Las Villas. Con el tiempo se desvinculó de esta
organización para sumarse a la corriente independentista (1892) y comprometerse
con nuestro Apóstol, José Martí, en organizar las redes y células
independentistas en Santa Clara y en la creación del Partido Revolucionario
Cubano (PRC) de corte separatista, en la región central, conjuntamente con
Francisco López Leyva. Se unió al Ejército Libertador el 5 de junio de 1895, en
la finca “La Vigía”, bajo las órdenes del Mayor General Manuel Suárez.
Rápidamente se destacó como hombre de acción en los
combates que participó o dirigió personalmente (Las Cruces, Manajanabo,
Potrerillo, La Pimienta y otros) al demostrar alta capacidad militar táctica y
estratégica. El General José María Heredia le propuso el mando de la Brigada de
Cienfuegos, pero Alemán prefirió formar su propio regimiento que sería conocido
en lo sucesivo como “El Villa Clara”. Comandó las brigadas de Villa Clara,
Sagua y Cienfuegos. Posteriormente realizó labores de inteligencia e
infiltración en la Trocha de Júcaro a Morón bajo las órdenes directas de Máximo
Gómez. En 1897 y bajo la presidencia del General Bartolomé Masó, fue designado
Inspector General del Ejército Libertador y logró que el Generalísimo Máximo
Gómez dictara el Decreto en el que, por sugerencia personal, se condenaba a la
pena de muerte -bajo la figura delictiva de traidores- a todo militar
insurrecto, político criollo o ciudadano común que viniese al campo
independentista con proposiciones de concluir la lucha sin haber logrado la
independencia de Cuba.
Sus ascensos en la escala militar se produjeron con
rapidez: Teniente Coronel, jefe de regimiento de caballería, nombrado por el
Mayor General José María Rodríguez (13 de septiembre de 1895); posteriormente
elevado al grado de Coronel (15 de octubre de ese año). El 12 de enero del año
siguiente se le responsabiliza en calidad de Jefe de la Comisión del 4to.
Ejército insurgente y posteriormente (25 de marzo de 1896) es ascendido al
grado de Brigadier General al frente de una brigada de caballería. Siendo
General de Brigada es designado Secretario de la Guerra (octubre de 1897) y
miembro del gabinete presidencial del Presidente Bartolomé Masó, y así
sucesivamente hasta alcanzar el grado de General de División. Entró en la
ciudad de Santa Clara acompañando al General José de Jesús Monteagudo.
Sus funciones de legislador comenzaron con su
participación en la Asamblea de “La Yaya”, realizada entre el 10 y el 30 de
octubre de 1897, en su carácter de delegado por la región central de Las Villas
por la que resultó electo unánimemente, en el cargo de Secretario de la Guerra,
oportunidad en que redactó la Ley de la Organización Militar, aprobada ese
mismo mes. Sostuvo discrepancias con miembros del Consejo de Gobierno, motivo
por el cual renunció a su cargo y posteriormente marchó en dirección a
occidente al frente de una agrupación armada hasta que terminó la guerra,
ostentando ya el grado militar de General de División. En representación del
Ejército Libertador, pronunció un discurso en el sitio conocido como La Ceibita
(diciembre de 1898), a su entrada triunfal en la ciudad de Santa Clara.
Fue José B. Alemán uno de los pocos cubanos que
captaron los peligros que entrañaba la intervención militar norteamericana en
la guerra. Posiblemente esa pudo ser la razón por la que siempre presionó y se
opuso en medios gubernamentales y públicamente, al licenciamiento del Ejército
Libertador. La entrega de armas y el licenciamiento de todas las unidades
militares que la componían, la consideró como uno de los mayores errores
políticos de graves e incalculables consecuencias futuras. Prueba de ello la
tuvimos cuando se le designó constituyente en 1901 para legislar, conformar y
someter a la consideración de los legisladores cubanos la Primera Constitución
de la República de Cuba. Su voto opuesto a la aprobación de la Enmienda Platt
siempre estuvo presente en los encuentros que sostuvo -por derecho- entre el
resto de los legisladores criollos. Alemán se erigió en uno de los doce
constituyentes que en la sesión de junio de 1901 votó por el NO a la Enmienda
Platt. Su oposición a los grupos de cubanos defensores de la línea anexionista
que deseaban ver a Cuba convertida en un Estado más de los Estados Unidos de
Norteamérica fue sistemática, fundamentada, permanente e histórica. Como
diputado por la provincia de Las Villas, desarrolló paralelamente las funciones
de Secretario Excelentísimo de Diputación, Presidente de las Comisiones de
Fomento y Asientos de la Provincia, Secretario de la Junta Provincial de
Represión a la Vagancia, vocal de la Comisión Inspectora del Censo Laboral. Al ser
electo Gobernador de la provincia de Las Villas, renunció al cargo en 1906, al
producirse la Segunda Intervención Militar norteamericana en la República de
Cuba. También fue Senador por Santa Clara durante el gobierno de José Miguel
Gómez. Durante ese período de su vida (1909) propuso y fueron aceptadas leyes
que beneficiaron al campesinado, defendió el derecho a las libertades
fundamentales ciudadanas y creó las Granjas-Escuelas Agrícolas.
Como diplomático ocupó el cargo de Embajador de Cuba en México desde 1926 hasta
su fallecimiento, ocurrido el 15 de enero de 1930, en La Habana. Concluyó su
carrera política cuando ocupó el cargo de Secretario de Instrucción Pública y
Bellas Artes durante el gobierno del General Gerardo Machado. En esta
responsabilidad, José Alemán, fundó las primeras escuelas agrícolas; Institutos
de Comercio, Deportes y Educación Física, la Escuela de Bellas Artes de
Santiago de Cuba. Creó las primeras Escuelas Nocturnas para Adultos, las de
Lenguas Extranjeras y la Escuela Técnica de Rancho Boyeros, el Dispensario de
Higiene Infantil y el Museo de Historia Natural. De igual manera se ocupó en la
reorganización de la Universidad de La Habana.
Conclusiones
1. José B. Alemán Urquía fue multifacético en sus
proyecciones socio-políticas y principios ético-morales: General de División
del Ejército Libertador y Ayudante del Generalísimo Máximo Gómez; participó en
la última Guerra de Independencia de Cuba (1868-1898) con activa participación
en varios combates. Ocupó el cargo de Secretario (Ministro) de Guerra de la
República en Armas (1897); excelente periodista; político liberal autonomista
primero, e independentista después; delegado del Partido Revolucionario Cubano
(PRC) en la región central de la Isla por orientaciones de nuestro Apóstol José
Martí; Ministro de Educación y de Bellas Artes, Gobernador de la provincia de
Las Villas y Senador de la República de Cuba; Parlamentario Constitucionalista,
uno de los principales legisladores de la Primera Constitución de la República
de Cuba (1901) y luchador incansable contra la aprobación de la Enmienda Platt
y su inclusión en la Primera Carta Magna cubana; diplomático; orador; miembro
de la Institución Masónica e incansable patriota que dedicó su vida,
inteligencia y trabajo en beneficio de su pueblo y país, amparado en un patrón
de conducta sin manchas, elevada honestidad, inteligencia, racionalidad y
tolerancia extrema.
2. Se produjeron múltiples manifestaciones públicas
en todo el país condenando la introducción y aprobación de la Enmienda Platt en
la Primera Constitución de la República de Cuba (1901), en cuya letra se le
concedía el derecho al Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica a
intervenir militarmente en el archipiélago cubano cuando unilateralmente
considerara existía el peligro para la vida y/o propiedades de sus ciudadanos
radicados, con carácter permanente, en el país. La ola de protestas tuvo lugar
en todo el territorio nacional, pero sobre todo en la región central
villaclareña. Contra la promulgación de esta enmienda se pronunciaron
personalidades nacionales como Juan Gualberto Gómez y Salvador Cisneros
Betancourt, secundados por José B. Alemán y José Robau López, por considerarla
bochornosa y humillante para el pueblo y gobierno de Cuba.
3. La muerte de José B. Alemán le arrebató al
pueblo de Cuba a uno de sus más fieles representantes y defensores de sus
Derechos Políticos y Civiles. Es importante señalar que este fatal desenlace
ocurrió precisamente a finales del primer tercio del siglo XX, una de las
etapas críticas más dramáticas en la historia de la época republicana. Al
conocerse la noticia de su muerte, decenas de miles de cubanos mostraron en las
calles de las principales ciudades del país, el profundo dolor que los asistía
por tan sensible pérdida. Por su parte, los medios más importantes de
divulgación masiva nacionales se hicieron eco del triste suceso en los
periódicos nacionales Excelsior-El País, El Mundo, El Heraldo
de Cuba, La Publicidad y la revista Carteles.
Bibliografía
1. Enciclopedia Digital Wikipedia ilustrada. 2014.
2. Enciclopedia Digital EcuRed ilustrada. 2014.
3. Enciclopedia Universal Ilustrada. 2005.
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1986.
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7. Vázquez Rodríguez, Benigno. “Precursores y
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10. Averhoff Purón, Mario. “Los Primeros Partidos
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Rebeliones Populares.
12. “La Yaya”. Portal Camagüey.
13. “Asamblea de La Yaya”. Diario El Habanero.
14. “Asamblea de La Yaya”. Portal “Mi País”.
15. “Constitución de La Yaya”. Portal “Asanac”.
16. “Diccionario Enciclopédico de Historia Militar
de Cuba”. Primera Parte (1510-1898). Tomo III. Expediciones navales y
acontecimientos político-militares.
Héctor Maseda Gutiérrez.
Uno de los 75 presos de conciencia del 2003.
Agencia DECORO.
Sociedad Civil
#OTRO18: LA DEMOCRACIA DESDE ABAJO
Por Manuel Cuesta Morúa
La ambición de las élites es la de construir o
reconstruir las sociedades desde arriba. Animadas por la constatación de que
pocas cosas se logran sin los dispositivos del poder, buscan obtenerlos donde
quiera que puedan ser legítimamente conseguibles para posicionarse como
factores de poder frente o junto a él.
Cabe distinguir entre los dispositivos
tradicionales del poder para las élites y los productos del poder social
construido. Los dispositivos tradicionales están, por decirlo así, ahí. No a la
mano pero sí visibles. Son aquellos recursos que usualmente garantizan una
mayor influencia sobre la sociedad y de los que hay que apropiarse si se quiere
tener alguna versión de éxito.
Dinero, conexiones, control mediático, visibilidad
o capacidad simbólica, linaje o poder moral entran en el manojo de caudales con
el que las élites participan del juego social para remodelar el entorno,
cotejar los paradigmas y otorgar legitimidades.
La cuestión de las legitimidades es esencial para
entender la lógica con la que actúan las élites: para ellas la legitimidad
resulta de lo que otorga poder. Si, por ejemplo, el dinero es legítimo, la
legitimidad recae en aquellos que lo tengan; si en cantidades profusas, mejor.
Lo mismo con el catálogo restante de patrimonios. Con esta premisa, el discurso
de la legitimidad de las élites incurre en el vicio de muchos filósofos: la
petición de principios: tomar como explicación lo que debe ser explicado.
El
círculo poco virtuoso que describen las élites ha sido bien tratado por la
literatura académica. Ha sido también descrito para ese tipo particular de
elitismo en sociedades clericales como la nuestra, donde escritores,
intelectuales o académicos construyen o refuerzan los modelos de sociedad bajo
la pretensión de que el saber y la cultura son las fuentes fundadoras legítimas
por excelencia. Con esa visión premoderna de sociedad, las élites clericales no
entienden el saber, algo por supuesto fundamental, como herramienta explicativa
para el discernimiento social, sino como adorno escolástico del poder para
protegerlo de las acechanzas de lo social. La vis conservadora de las élites se
revela así particularmente contraria al poder socialmente construido.
Los productos de ese poder socialmente construido
plantean otro itinerario. Provienen casi siempre desde abajo, se expresan de
manera visible en lo que se conoce como espacios inventados y utilizan tanto
los mecanismos institucionales como extra institucionales para llevar adelante
sus propuestas o ambiciones.
Lo interesante es que el poder socialmente
construido es el más legítimo de los poderes porque nace de la madre de todas
las legitimidades, reconocidas por todos los Estados modernos: la que brota,
según sea la tradición retórica, del pueblo o de los ciudadanos.
Y en el cruce entre los dispositivos del poder legítimo
para las élites y los productos del poder socialmente construido se genera una
paradoja muy bien enmascarada por la narrativa, sea liberal o manifiestamente
progresista, de las élites. Esa narrativa se funda siempre en el derecho o en
el bien común para los otros, esos de donde nace la legitimidad; pero ella
misma les niega o se resiste a reconocerle el derecho a esos otros cuando
intentan construir su poder social sin o al margen de los dispositivos
tradicionales de las élites. Cuando estas ven que esos otros les ignoran o
actúan sin su “consentimiento legitimante” les viene encima el “pánico de la
masa” y la deconstruyen, en los mil sujetos diversos y diferenciados para
aferrarse a la parte del sujeto social que se mantiene “fiel” a los principios:
ese se constituye entonces en el “pueblo”, en la representación del todo.
Se llega por aquí a un escenario de escándalo,
cuando esas mismas élites desconocen hasta los mismos recursos institucionales
que supuestamente están diseñados para garantizar y proteger la acción social
de los actores más legítimos: los ciudadanos.
Sean la plaza pública o las instituciones, la
legitimidad del poder socialmente construido es silenciada, ocultada o
reinterpretada según convenga a las élites y a la sostenibilidad de sus
dispositivos del poder.
Dentro
de esta dinámica perversa de las élites, aquellas que se reconocen progresistas
niegan en un lugar lo que reconocen como legítimo en otro; las que se
consideran conservadoras ocultan por aquí lo que tienen que admitir por allí, y
las que se ven a sí mismas como liberales suspenden por acá lo que reclaman
por allá.
Este juego cínico se ha banalizado en sociedades
normalizadas en términos modernos. Pero es fundamentalmente nocivo para
sociedades como la cubana, que buscan y necesitan reinsertarse en la
modernidad.
Hasta donde han llegado las élites cubanas en este
juego bastante elástico de dominación hace saltar los manuales escritos sobre
la lógica del poder en las élites. Entre nosotros los narradores del poder
viven, sin mala conciencia, de la realidad capitalista contra la que narran;
los hacedores del poder se alían con aquellos, los capitalistas, cuya mera
existencia es la negación del modelo narrado que los legitima; las élites
externas normalizan a sus contra partes, en el sentido ideológico del término,
por meras consideraciones rentistas o geoestratégicas, y muy pocos actores con
influencia buscan la coherencia entre lo que narran y lo que hacen o proponen.
De la experiencia vital con este proceso en Cuba se
desprende una enseñanza intelectualmente demostrable: de las élites no puede
depender la modernización de la sociedad o del Estado. De las cubanas, menos.
Estas últimas no tienen ni la capacidad ni el interés ni los recursos
intelectuales o sociales para la tarea.
Pero en términos estrictamente políticos la lección
es más acuciante: la democratización cubana no descansa, por la naturaleza de
su constitución y de sus actos, en sus élites.
Y en el punto en el que la modernización cubana se
cruza, como irremediablemente creo, con la democratización de las instituciones
y con la invención de instituciones democráticas, constituye un imperativo la
reconstrucción de una narrativa que relegitime la democratización desde abajo.
¿Es posible?
Por tradición histórica los cubanos estamos
codificados para inventarnos la sociedad, la nación y el Estado desde arriba.
El mito del pueblo cambiando la historia no ha sido más que eso: un mito
conveniente a nuestra condición moderna, que no tiene entidad ni en la manera en
que nos narramos, ni en los modelos de emancipación construidos, ni en cómo ha
decursado, en los hechos, la construcción nacional y la participación de la
sociedad.
Materia de discusión histórica y antropológica lo
cierto es que, al menos desde los años 50 del siglo pasado a la fecha, la idea
del cambio ha estado vinculada al papel de una élite en la producción de
acontecimientos.
En
la comunidad prodemocrática hemos estado atravesados por esta visión entre
mesiánica y vanguardista que favorece la pugna o el pacto entre las élites, la
lógica de vencedores y ganadores, con sus juegos de suma-cero, y la política
como acontecimiento, no como proceso.
Las consecuencias de este paradigma han sido
nefastas, sobre todo para la reconstrucción cívica de la sociedad, pero, y este
es el tema que me interesa resaltar ahora, nos ha llevado a perder de vista las
opciones de apertura institucional del juego democrático, desde abajo. Siempre
a través de la reinauguración de la política, consustancial a la mentalidad y dinámica
de proceso, y contraria a la idea de ese acontecimiento-demiurgo que vendrá a
traernos la democracia y la salvación nacional contra la opresión y la tiranía.
Atrapados por las retóricas duras, no reparamos en
el juego de la política posible y en un hecho fundamental: en nuestro combate
contra el sistema, el gobierno no se ha defendido con las instituciones del
sistema; solo, y en el mejor de los casos, los ha manipulado para garantizar su
permanencia y continuidad. Tanto de un lado como de otro se opera entonces con
un desconocimiento de las reglas que ha venido generando lo que llamo un vacío
de acción institucional, más perjudicial desde luego para la comunidad
prodemocrática que para el régimen mismo. Pero perjudicial para todos, en fin,
por el debilitamiento de la vida institucional que ha provocado.
Un cambio de paradigma merece reevaluar las
posibilidades de democratización de Cuba por la vía institucional. Y eso
intentamos desde la Plataforma Ciudadana #Otro18, nacida conceptualmente de la
propuesta “Consenso Constitucional”.
Los intentos de llegar a la democracia a través de
las instituciones realmente existentes, una opción natural para actores con
racionalidad política, tienen viejos antecedentes. El primero de los que
recuerdo, sin descartar alguno anterior, proviene del año 1998, cuando el
ingeniero Francisco Bahamondes Masop, ya fallecido, se postuló como candidato
independiente en el barrio La Felicia, en San Miguel del Padrón, La Habana. El
ingeniero Bahamondes, como era más conocido, recibió entonces 30 votos, en lo
que puede ser considerado el primer ejercicio de libre elección, frente a su
contrincante, un miembro del Ministerio del Interior (la policía) que obtuvo 50
votos del total.
Aquello fue un varapalo para el gobierno, quien
removió todos los resortes para intentar ahogar el impacto del hecho, manipuló
a los electores locales para revertir un acontecimiento que indicaba un
temprano uso de los recursos políticos institucionales por la ciudadanía para
legitimar las opciones contrarias, o al menos diferentes, y que revelaba el
descontento creciente de los ciudadanos con el régimen. Y, como no podía
faltar, reprimió la osadía de Bahamondes Masop de retar al régimen desde sus
propias reglas.
El testigo de Bahamondes Masop fue enseguida
recogido a principio de los años 2000 por Gerardo Sánchez Santacruz, su amigo,
fundamental en esta memoria, y vicepresidente de la Comisión Cubana de Derechos
Humanos y Reconciliación Nacional, quien, con muy poco éxito en un barrio lleno
de ejemplares de la élite, se postuló como candidato independiente en varias
ocasiones.
La propuesta más conocida de cambio democrático
desde las instituciones fue el Proyecto Varela, nacida del Movimiento Cristiano
Liberación, liderado en la época por el fallecido Oswaldo Payá Sardiñas, e
impulsada por la mayoría de las organizaciones prodemocráticas que entonces se
agrupaban bajo una coalición llamada “Todos Unidos”. Un dato que revela por
cierto la disposición psicológica de buena parte de los actores a no descartar
el empleo de las reglas realmente existentes para fines democráticos.
Pese al fracaso circunstancial, que no estructural,
de estas apuestas, las opciones institucionales de democratización quedaron
abiertas. Surge, entre los años 2006 y 2007 el proyecto “Candidatos por el
Cambio”, de la mano de Silvio Benítez, hoy en el exilio, y entonces líder de
uno de los partidos liberales existentes en Cuba, en la misma línea de
presentar candidatos alternativos en las elecciones municipales. El proyecto “Candidatos
por el Cambio” fue retomado tiempo más tarde, y hasta hoy, por el analista y
periodista independiente Julio Aleaga Pesant quien le ha proporcionado una
importante visibilidad como alternativa institucional para la democratización
desde abajo.
Este camino tuvo su segundo momento estelar en las
últimas elecciones municipales de 2015, cuando Yunier López O’Farril e
Hildebrando Chaviano Montes, dos activistas pro democráticos, se presentaron
como candidatos independientes junto a otros ciudadanos que tuvieron menos
éxito electoral. El impacto de estos últimos intentos es bien conocido y abona,
en la continuidad interrupta de una opción que mereció una visión y proyección
estructural más sostenida, un análisis que creo pertinente para la racionalidad
del cambio democrático en Cuba.
En medio de las tensiones y la represión en la
larga pugna desigual entre la comunidad prodemocrática y el gobierno cubano,
hemos disuelto un dato visible y poderoso para el diseño de nuestras
estrategias de democratización: el divorcio estructural entre la narrativa
ideológica e institucional del poder y la actuación política del régimen y del
gobierno.
El
divorcio es estructural porque el mandato y las prácticas de la revolución son
bien distintas, y niegan en muchos casos, al mandato y a las prácticas
constitucionales, con sus instituciones derivadas. Nunca es una exageración
decir que la revolución cubana es un gobierno de facto revestido de una institucionalidad
negada. Su éxito como poder, es su fracaso como institución.
En esa intersección contradictoria pasamos por alto
que el principio de legitimidad, y de acción política, de la comunidad
prodemocrática cubana está dentro de la misma narrativa institucional que el
régimen cubano no puede cumplir sin desaparecer. Aclaro. Principio de
legitimidad, no límite de posibilidades.
La responsabilidad por esta ausencia de
legitimación intelectual, política y teórica de la vía institucional legítima
para la democratización recae, sin dudas, sobre quienes hemos creído en su posibilidad
y viabilidad. Legitimación siempre necesaria, porque esta vía no ha gozado de
abolengo y prestigio al interior de la oposición dentro y fuera de Cuba. El
análisis de los núcleos democratizadores de la narrativa institucional del
gobierno goza de los prestigios de un Jorge Domínguez, profesor de origen
cubano en la Universidad de Harvard, Estados Unidos. Pero todos sus arrestos
intelectuales están pensados para la democratización del régimen, no para la
democratización de la sociedad y del Estado. De hecho, el fundamento histórico
de sus análisis intelectuales está en el mismo comportamiento
anticonstitucional del gobierno cubano. Si este se hubiera comportado a la
altura de su propia narrativa, ninguno de los trabajos de Jorge Domínguez
habría tenido esta dirección. Pero ello no significaría que la sociedad y el
Estado cubano fueran democráticos.
Ha predominado así la vía épica y personalizada
sobre la vía política y sistémica del cambio democrático dentro de la oposición
cubana, sea en Cuba o en el exterior. Razón por la que opciones racionales como
el diálogo han carecido de sustentos sociológicos dentro de la sociedad e
imaginario político cubanos.
La Plataforma Ciudadana #Otro18 surge dentro de esa
tradición institucional para el cambio democrático. Doblemente legítima: por
vía constitucional y por vía política. Que lejos de legitimar al régimen
político, legitima el juego democrático de cambio político.
¿Por qué?
Los críticos echan mano, fundamentalmente, a dos
clases de argumentos cuando hacen referencia a la propuesta estratégica de
#Otro18: el primero de ellos es que participar en las elecciones en Cuba
(apropiadamente catalogado como votaciones) legitima al régimen; el segundo es
que actuar dentro de reglas constitucionales o políticas junto al gobierno
prolonga su vida, justo cuando el régimen está “a punto de caer”.
El primero de los argumentos parece ser el más
serio. Usa conceptos de legitimidad globalmente extendidos y aceptados dentro
de los cuales juega, en una interpretación ideológicamente interesada y
negadora, la visión misma de legitimidad que el régimen cubano se otorga.
Todo pasa por el concepto de democracia. El
gobierno dice que su régimen es democrático, solo que diferente al que llama,
siguiendo una clasificación nacida de la guerra fría pero académica e
históricamente sin sentido, democracia occidental.
Sobre esta base de discusión el debate tiene
sustento porque se justifica en un argumento político, cultural e
históricamente real: la democracia ha evolucionado en su concepto, al tiempo
que recorre varios tipos y modelos. En la evolución de los contenidos de la
democracia y en la diversidad de sus expresiones se alimenta una relativización
de los modelos democráticos que da sustento a la narrativa del régimen.
El problema no termina ahí. Casi que comienza.
Porque en la historia y teoría políticas la legitimidad tiende a ser auto
constitutiva: no solo las revoluciones codifican su propia legitimidad, sino
que los Estados modernos abren varias fuentes de legitimidad, y así tenemos la
legitimidad por eficacia, por funciones, por tradición o las nuevas
legitimidades basadas en la cultura que trivializan, por ejemplo, la “justicia
comunitaria” de los indígenas en Bolivia.
En la discusión sobre la legitimidad con el gobierno
cubano hay de parte de los demócratas un punto débil, si seguimos en el intento
de discutir en términos de lo que el régimen llama “democracia burguesa”. El
asunto es que la denominada Revolución Cubana adquiere su legitimidad
precisamente negando la “democracia occidental”. Su legitimidad es otra y se
basa en su pretensión histórica y política de “representar mejor y
auténticamente los intereses del pueblo y la nación cubana”. Es sobre esta base
sobre la que se debería discutir la legitimidad, lo que vendría a justificar en
propiedad, una vez pulverizada aquella pretensión, la existencia legítima de la
oposición.
Sin embargo, en #Otro18 no partimos de la discusión
de la legitimidad a partir de cuál es el modelo democrático por excelencia,
sino a partir de quiénes son los sujetos que dan legitimidad a los sistemas
políticos, independientemente del tipo de modelo de sociedad o de Estado. Por
eso #Otro18 no se expresa ni debería entenderse en términos de revolución o
contrarrevolución, sino en términos constitucionales e institucionales.
Para
nosotros la discusión sobre los modelos es clave. Asumimos que la democracia
exige, en su visión mínima, el pluripartidismo, las libertades fundamentales y
las elecciones libres y justas. Estas son las premisas básicas que hacen
democrática a una democracia, con independencia de sus variaciones. Pero asumir
un modelo siempre nos remitirá a los sujetos primarios y fundamentales de
cualquier modelo, los ciudadanos, y a qué pueden o no pueden hacer estos dentro
del sistema político. Y este es el interés esencial para el fundamento de
cualquier democracia.
Y es por aquí por donde el problema de legitimidad
al participar en las elecciones se le plantea al gobierno cubano, si los
ciudadanos deciden asumir la participación política legítima en sus propios
términos, y no en los términos del régimen. Es verdad que la participación
política en las elecciones en modo revolucionario le concede más legitimidad al
régimen, -no del tipo democrática precisamente, sino plebiscitaria- pero no es
verdad que, si se participa en modo ciudadano, se está fortaleciendo al modelo
político; tal y como lo demuestra la actuación del gobierno, en diferente
tiempo y lugar, contra Bahamondes Masop, Chaviano Montes, Sánchez Santacruz,
Aleaga Pesant, López O’Farril o la ex Delegada del Poder Popular en la
provincia Las Tunas, Sirley Ávila.
Y
se repite la pregunta, ¿es posible esta transferencia de legitimidad?
Es más probable que el régimen cubano legitime a
sus contrarios si respeta las reglas de su sistema político, que la legitimidad
que los contrarios podamos otorgarle haciendo uso de nuestra condición
ciudadana y presumiblemente democrática. No participar puede significar no
reconocer; pero no reconocer no significa que no podamos participar como
ciudadanos. En este último sentido fortalecemos, paradójicamente, al régimen.
Este puede aducir, como a menudo hace, que su sistema es una democracia negada
por un segmento de los ciudadanos que se niegan a votar y a postularse donde
las opciones están abiertas. Gana entonces por partida doble: en el relato y en
los hechos: no perturbamos su dominación ni le obligamos al juego político. Lo
que me parece fundamental para la democratización de Cuba, siempre y cuando los
candidatos independientes tengan un concepto identitario, una agenda política,
no necesariamente partidista, y una estrategia agregada.
Pero, ¿es democrático el régimen cubano? No por sus
esencias ni por sus formas políticas, sobre todo en lo alto de la cúspide. Sin
embargo, tiene una doble necesidad que satisfacer: la de que su narrativa
corresponda a su pretendida legitimidad de origen: los derechos del pueblo
cubano, y la de convertir el verso en instituciones. A fin de cuentas, la
denominada Revolución Cubana se produce en Occidente, con su fuerte tradición
de derechos ciudadanos, y triunfa en 1959, en una época de convulsión y de
demandas sociales.
Un
régimen inaugurado en esas circunstancias está obligado a garantizar las formas
institucionales y a abrir los márgenes una vez que garantiza las claves del
poder Formas institucionales y márgenes abiertos constituyen las reglas del
juego desde las cuales reinstaurar lo cívico desde lo político. Y para nosotros
las elecciones municipales se convierten en el espacio de juego cívico y político
desde el cual reinaugurar la democracia, tal y como la entendemos los
demócratas. Una reinauguración primordial que genera un fortalecimiento
agregado de la democracia y de los demócratas que la promovemos porque se
fundamenta en la legitimidad de quienes ostentan la soberanía del Estado: los
ciudadanos, y desde abajo. Como debe ser y como no gusta a las élites.
Contrario al régimen, que pierde legitimación en la
medida que aleja el voto ciudadano de los decisores políticos, los demócratas
cubanos saldríamos fortalecidos moral y políticamente si obtenemos el voto de
la ciudadanía. ¿Quién tiene más legitimidad popular, Hildebrando Chaviano
Montes o el presidente de la Asamblea Municipal de Plaza? Chaviano obtuvo el
voto directo de sus electores, con todo lo que esto significa; este, con todo
lo que eso implica también para la calidad de la representación, solo tiene el
voto indirecto de ciudadanos que de seguro no le conocen.
Por aquí habría otro camino para el debate, y sus
consecuencias prácticas, sobre la legitimidad de la democracia “a la cubana”.
No es absolutamente necesario oponer la “democracia burguesa” a la “democracia
socialista” para demostrar sus limitaciones democráticas.
¿Por qué los ciudadanos pueden elegir y ser
elegidos cuando se trata de los delegados o delegadas municipales del poder
popular, y no pueden hacer lo mismo en los niveles superiores de decisión
política? ¿Dos sistemas de elegibilidad política contrarios dentro de un mismo
modelo de democracia política? Ni en términos demográficos ni en términos
territoriales se justifica en Cuba que los ciudadanos no puedan elegir y ser
electos directamente a todos los niveles del sistema político. La limitación
democrática fundamental es la de que, si bien el voto en las democracias no
siempre es directo, sí está abierta la postulación a todos los ciudadanos.
En
cualquier caso, en la democracia “a la cubana” la diferencia en los sistemas de
elegibilidad no responde a la complejidad de la realidad sociológica o cultural
del país, sino a las limitaciones políticas impuestas a la soberanía del
“pueblo”. En puridad, no es técnicamente imposible limitar la postulación
también para quienes podrían ser delegados a nivel municipal. Tal y como está
concebida, la Comisión de Candidatura, el filtro para evitar la entrada de los
ciudadanos protegiendo la postulación de los revolucionarios, puede funcionar a
lo largo de toda la estructura de representación política. Que no sea así,
responde a una concesión democrática a la que el régimen se ve obligado para
confundir y amortiguar la ausencia de representación ciudadana en los niveles
decisivos. Una afirmación democrática limitada en la base, para negar la
democracia en la cima.
De ahí la estrategia de #Otro18: legitimar con los
electores la necesidad de otorgarle coherencia democrática a los sistemas de
elegibilidad y representación política en Cuba. Nada mejor para este propósito
que empezar el proceso con el apoyo de la legitimidad ciudadana.
Los(as) candidatos(as) #Otro18 participarán del
proceso eleccionario justamente para abrir el proceso de legitimación política
de la democracia desde abajo, desde la ciudadanía. Por lo que su labor no
termina con las elecciones, continúa dentro de una estrategia de recambio e
inversión de la legitimidad de la revolución a la ciudadanía, y de construcción
ciudadana de la política mediana en el espacio cívico. Lo que fundamenta,
institucionalmente, la reinauguración de lo político en el espacio por
excelencia de la diversidad: la comunidad vecinal en la que confluye por fuerza
la diferencia: social, cultural, religiosa, política y de elección.
Frente al segundo argumento, según el cual, actuar
dentro de reglas constitucionales o políticas junto al gobierno prolonga su
vida, justo cuando el régimen está “a punto de caer”, cabe esta respuesta.
El espejismo no es una buena recomendación para
dedicarse a la política. La huida de dos generales fuertes en la historia
cubana, Gerardo Machado (en 1933) y Fulgencio Batista (en 1959), creó un
sustantivo activo en el vocabulario político de los cubanos: la caída. El
sustantivo, como casi todas las palabras de uso continuado, adquirió vida
propia y fue aplicado a circunstancias distintas, y por eso mismo específicas,
desviando la atención del análisis de contexto y generando una percepción
distorsionada de las posibilidades reales de cierta acción política. Algunos
acontecimientos decisivos, pero a la larga, puntuales para Cuba, afianzaron el
yerro: el derrumbe del Muro de Berlín, la desaparición de la Unión Soviética y
otros hechos más o menos significativos. Lo mismo cualquier crisis interna, más
o menos astutamente manejada por el poder.
Con estos antecedentes, se ha desarrollado lo que
el pensador John Elster denominó el pensamiento arcaico en la vida moderna:
asociar un acontecimiento con un cambio estructural. ¿El conjuro de la magia no
producía la lluvia según ciertas culturas antiguas? Pues lo mismo ha venido
sucediendo con la visión de la caída del régimen cubano. Sin que llueva.
Lo
interesante en este sentido es lo resistente que pueden resultar al paso del
tiempo ciertas estructuras mentales. Lo que convierte a la obstinación en una
estrategia política aparentemente viable. Después de 56 años, nada en el
horizonte avala la teoría de la inminente caída del régimen cubano. Nada,
excepto el azar incontrolado de los acontecimientos, que no forman parte desde
luego de ningún plan estratégico.
En este sentido vale lo que saben los mejores
historiadores: no es bueno seguir sosteniendo la idea de que la historia es maestra
de vida. Regresar a la historia para aprender cómo conducirnos en el presente
no solo es imposible, sino profundamente conservador. El uso del pasado es una
estrategia de dominación para el presente por parte de muchos de quienes
ostentan o pugnan por el poder. Para empezar, recordemos que los sujetos
fundamentales a quienes se convoca a la hora del cambio o para apoyar regímenes
o gobiernos son los que menos tiempo tienen para leer y aprender de la
historia. Si acaso les interesa.
¿Por qué suponer que las caídas políticas del
pasado suponen las caídas políticas en el presente? Mirar al pasado, para
aprender, tiene más sentido cultural que histórico. ¿Cuántas actitudes del
pasado no se repiten en el presente? Esto a pesar de las diferencias evidentes en
la cronología de acontecimientos que se nos narra. Lo que vale la pena conocer
es la continuidad, no lo discontinuo.
Lo peor de la tesis de la caída es la
parálisis-que-se-mueve. Se asume que la repetición intensa y dramática de actos
impotentes nos acercan cada vez más al momento en el que todo caerá. Y la
impotencia tiende a conducirnos por el laberinto psicológico de derramar la
frustración sobre la diversidad de actores y de caminos de acción y
comportamiento. Nada muy democrático.
Por lo que, en la espera del acontecimiento, se
congela el proceso. Pero #Otro18 es eso: el proceso político descongelado desde
la ciudadanía para evitar el corporativismo de las élites en tiempos de
refundación democrática, con una lógica bastante distinta a los procedimientos
de otra élite ciertamente respetable: la heroica.
Manuel
Cuesta Morúa (La Habana, 1962).
Historiador
y ensayista.
Portavoz
de Arco Progresista (socialdemócrata).
Miembro
de la Plataforma Ciudadana #Otro18 y de la Mesa de Unidad de Acción Democrática
(MUAD).
Ha
escrito varios trabajos y ensayos y publica habitualmente en medios como 14ymedio,
Diario de Cuba y El País.
Reside en La Habana.
UNA
ECONOMÍA SOLIDARIA DE MERCADO. REFLEXIONES SOBRE LA EXPERIENCIA DE CHILE
Por
Mauricio Rojas
Chile
ante el malestar del éxito
Desde
el año 2011 la izquierda chilena se ha lanzado a la búsqueda de “otro modelo”,
una alternativa a la economía social de mercado que ha llevado al país a los
notables éxitos económicos y sociales alcanzados durante estos últimos treinta
años. Mucha tinta se ha derramado sobre la “inhumanidad” de un modelo que,
paradójicamente, ha sacado a millones de chilenos de la pobreza y transformado
a Chile en un país de clase media con el más alto ingreso per cápita de América
Latina. Sin embargo, las propuestas concretas sobre el contenido de ese “otro
modelo” han brillado por su ausencia. Antes, sus partidarios hubiesen lisa y
llanamente propugnado una economía socialista planificada como alternativa,
pero la evidencia histórica se ha encargado de demolerla. Lo más cercano a una
alternativa es lo planteado por Fernando Atria y otros en el libro “El otro
modelo”: expulsar la iniciativa privada de las áreas de los servicios del
bienestar o de la esfera de los “derechos sociales” (salud, educación,
pensiones, vivienda), como ellos los denominan. Se trata de un modelo estatista
socialdemócrata que no solo es anacrónico y ha sido abandonado por las
socialdemocracias más modernas del norte de Europa, sino que está concitando un
creciente repudio de parte de la ciudadanía chilena, tal como lo muestra el
derrumbe en las encuestas de la presidenta Michelle Bachelet, cuya aprobación
apenas llega hoy al 15%, después de haber estado sobre 50% al comenzar su
mandato, en marzo de 2014.
Esta
constatación no quiere decir que quienes defendemos la plena vigencia de la
economía social de mercado no debamos preocuparnos por sus formas concretas de
funcionamiento y su capacidad de dar respuesta a las demandas siempre
cambiantes de los ciudadanos. Esto es clave en el Chile de hoy, donde como
resultado del éxito del modelo de economía libre y los tremendos progresos ya
alcanzados han surgido nuevas inquietudes y demandas acerca de la calidad,
sostenibilidad y, no menos, equidad del progreso logrado. Este “malestar del
éxito”, que se manifestó espectacularmente el 2011 y fue inicialmente
canalizado por la izquierda, seguirá estando presente y determinará el
horizonte político chileno durante largo tiempo. Las últimas manifestaciones
masivas pidiendo mejores pensiones y contra el sistema de pensiones basado en
la capitalización individual lo muestran con mucha claridad. Esto implica que
quienes queremos que Chile persevere en su senda de éxito no podemos hacer
oídos sordos a estas nuevas inquietudes y demandas. Debemos hacerlas nuestras y
canalizarlas, pero no hacia un cuestionamiento destructivo del modelo de
economía social de mercado, sino hacia su profundización y mejoramiento.
En
el caso del Chile actual corresponde, a mi juicio, poner un claro acento en el
componente social de la economía social de mercado. Ello no implica que se deje
de cuestionar lo referente al mercado, especialmente considerando el fuerte
cuestionamiento que hoy por hoy se hace del mismo y las situaciones de abuso
reiteradamente constatadas. En este sentido, creo que son muy interesantes los
puntos de vista de pensadores británicos como Jesse Norman y Phillip Blond, que
hablan de la necesidad de “moralizar el mercado” a fin de hacerlo más eficiente
y éticamente defendible. Dejo de lado este tema para concentrarme en lo que, a
mi parecer, debe ser hoy el punto focal de una discusión sobre la economía
social de mercado: lo social.
Lo
social en este caso se refiere específicamente a la necesidad de realizar
intervenciones políticas de carácter redistributivo destinadas a corregir el
resultado espontáneo de los mecanismos de mercado con la finalidad de ampliar
la base de recursos y oportunidades de que dispone una parte significativa de
nuestra sociedad. Se trata, en suma, de incrementar la igualdad de
oportunidades y quisiera dar tres razones para fundamentar su apremiante
necesidad: la primera referida a la eficiencia, la segunda a la ética y la
tercera a la política.
Eficiencia
El
mercado es, sin duda, un distribuidor altamente eficiente de los recursos
productivos existentes. Sin embargo, sin una intervención correctiva puede
tender a subutilizar los recursos potenciales, en particular aquellos referidos
al capital humano y los talentos de la población. Estamos ante una situación de
potencial “desperdicio” o “pérdida interna de cerebros”, para utilizar la
expresión que Sebastián Piñera usó en 1976 en uno de los ensayos que
conformaron su tesis doctoral. Esto implica que la falta de condiciones
adecuadas para su desarrollo hace que una parte del potencial productivo y
creativo de la sociedad nunca se realice y llegue “al mercado” para que este la
distribuya eficientemente. Por cierto, el mercado crea incentivos para el
desarrollo del capital humano de la población, pero su capacidad correctiva de
las “desventajas de la cuna” y la falta de recursos que limitan las
oportunidades de muchos dista mucho de ser óptima, particularmente en países
donde importantes segmentos de la población carecen de las condiciones mínimas
para realizar su potencial y aportar plenamente al proceso de desarrollo. Este
es, evidentemente, el caso tanto del Chile actual como de América Latina en
general, y por ello es que este punto es tan relevante. Se trata, resumiendo,
de un enorme desperdicio social y, no menos, de una tragedia para cada persona
afectada.
Un
poco de historia
La
historia económica abunda en ejemplos que ilustran la importancia clave de la
igualdad básica de oportunidades para lograr un crecimiento económico dinámico
y sostenible en el tiempo. El contenido concreto de la igualdad de
oportunidades ha ido variando de época en época y tradicionalmente estuvo
fuertemente relacionado con el acceso a la tierra. Disponer de tierra propia le
da al trabajador capacidad de retener para provecho propio una parte importante
del beneficio de su producción, que luego podía ser invertida tanto en mejoras
productivas directas como en potenciar la educación de sus hijos, dotándolos de
un capital humano incrementado.
El
caso de Estados Unidos es, a este respecto, paradigmático. La gran nación del
norte llegaría a la hegemonía mundial gracias, en gran parte, al amplio acceso
del inmigrante a la tierra, hecho que fue decisivamente reforzado por las leyes
aprobadas durante la Guerra de Secesión como la Homestead Act, dictada por
Abraham Lincoln en 1862. Ello creó no solo una sociedad muy estable de
propietarios y un gran mercado interno, sino también condiciones
comparativamente óptimas para el desarrollo de sus talentos potenciales. Fue la
sociedad con mayor igualdad de oportunidades de su tiempo y por ello también la
más próspera y democrática.
Este
tipo de ejemplos podrían multiplicarse fácilmente y veríamos, casi sin
excepción, que donde la tierra estuvo más igualitariamente repartida, como en
los países escandinavos, se generó mayor progreso, y donde estuvo el latifundio
allí estuvo, y a veces aún está, la pobreza. Baste comparar, entre otros casos,
el norte con el sur de Italia, o Cataluña y el País Vasco con Andalucía y
Extremadura, en el caso de España.
Esta
breve referencia nos dice también algo muy importante sobre el fracaso
histórico de América Latina para alcanzar el desarrollo. Las grandes
desigualdades heredadas de la época colonial excluyeron de una participación
social plena a una gran mayoría de su población, lastrando con ello sus
posibilidades de alcanzar, pese al extraordinario boom exportador de fines del
siglo XIX, un progreso duradero. Esto es igualmente relevante para entender la
historia de Chile. Hacia fines del siglo XIX el país experimentó una bonanza
económica espectacular derivada de la incorporación de las provincias
salitreras del Norte Grande. De hecho, entre 1870 y 1910 fueron muy pocos los
países que alcanzaron un crecimiento económico mayor que el de Chile. En 1910
se llegó incluso a igualar o superar los ingresos per cápita de Francia o
Suecia, para no hablar de Italia o España, pero ello no llevó a Chile al
desarrollo sino a un frustrante y conflictivo siglo XX. La razón de ello es
simple: Chile fue un país rico con demasiada pobreza y desigualdad, y pagó
duramente las consecuencias de ello. El maná que nos cayó del norte salitrero
lo hizo sobre una sociedad profundamente desigual, donde sus grandes masas de
“peones”, “gañanes”, “jornaleros”, “vagabundos” o “rotos”, siguieron siendo presa
de la pobreza, la falta de posibilidades educacionales, la subordinación, la
exclusión y el menosprecio social y racial. A comienzos del siglo XX casi dos
terceras partes de la población adulta estaban compuestas por analfabetos
incapaces de hacer un aporte productivo que fuese más allá de lo más elemental.
Su potencial de talento nunca se realizó, atando a tantos chilenos a la pobreza
heredada y condenando al país al subdesarrollo. Esta es la dura lección que nos
deja nuestra historia y sería muy triste que volviésemos a tropezarnos con la
misma piedra.
Ética
Lo
dicho desde el punto de vista de la eficiencia es importante, pero aún más lo
son las consideraciones éticas sobre la necesidad de una intervención política
correctiva en los mecanismos de mercado. Desde el punto de vista de las ideas
de la libertad y la igual dignidad de los seres humanos, la libertad no puede
ser el privilegio de algunos, sino un derecho real de todos. Este es el
presupuesto ético fundamental de una sociedad libre y lo seguiría siendo aún si
una sociedad de hombres libres no fuese la alternativa más eficiente en
términos económicos.
Ahora
bien, el ejercicio real de la libertad exige condiciones que tienen
directamente que ver con nuestro acceso a ciertos recursos y seguridades
básicas, sin las cuales la libertad queda reducida a una pura promesa
incumplida. La libertad de leer libros es más una burla que una posibilidad
para quien nunca tuvo la oportunidad de aprender a leer, la libertad de
información queda reducida a muy poco cuando no se tiene la formación mínima
que se requiere para procesarla y la libertad de circulación no es más que una
parodia cuando la delincuencia se apropia de nuestras calles o la falta de
medios de transporte adecuados la hacen, de hecho, imposible o sumamente
costosa.
En
suma, el uso de la libertad requiere, como bien lo ha señalado el premio Nobel
Amartya Sen, del acceso simultáneo a ciertos derechos, capacidades y recursos.
Por ello la ética de la libertad coincide con la perspectiva que subraya la
importancia de la igualdad básica de oportunidades. Las capacidades y los
recursos necesarios para ejercer la libertad van incrementándose con el avance
del progreso. Por ello es importante no quedarse amarrados a un concepto
absoluto de pobreza, sino considerarla también desde el punto de vista
relativo, es decir, como aquel umbral que define la exclusión del desarrollo
social. Esta pobreza relativa que impide o cercena la participación social fue,
con toda razón, subrayada por Adam Smith en “La riqueza de las naciones” y es
la misma que limita la realización de nuestras posibilidades o talentos. En
este sentido, libertad real e igualdad básica de oportunidades son dos términos
absolutamente complementarios que definen la mirada ética que, a mi juicio, debe
inspirar nuestros esfuerzos políticos.
Política
Las
razones políticas para poner el acento sobre la igualdad básica de
oportunidades me parecen hoy evidentes. La estabilidad y la cohesión sociales
dependen de la existencia de un sentido general de justicia acerca del orden
establecido. Ahora bien, el sentido de lo justo y, por ello, legítimo, ha
evolucionado notablemente. Hubo un tiempo en que la desigualdad y las
jerarquías hereditarias fueron consideradas legítimas, tal como lo fue el poder
de los monarcas absolutos por gracia divina o la limitación de la libertad o
los derechos políticos a una minoría de la población. Todo ello constituye
parte del universo social premoderno, aquel que fue definitivamente subvertido
por la Declaración de Independencia de Estados Unidos de 1776 al proclamar,
como principios fundacionales de la legitimidad del orden político, la igualdad
así como el respeto a la vida y la libertad de todos (“Todos los hombres son
creados iguales... dotados por su creador de ciertos derechos inalienables...
entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”).
La
historia política de la modernidad trata de cómo congeniar y realizar esos
valores: el de la igualdad, para que no destruya, sino que potencie el de la
libertad, y el de la libertad, para que no se transforme en indiferencia y
falta de solidaridad para con el prójimo. Y ese fue, justamente, el gran
desafío en nuestro Chile a fines del 2014. Solo comprometiéndonos sin la menor
ambigüedad con la igualdad que extiende y fortalece la libertad, es decir, con
la igualdad básica de oportunidades, podremos combatir con éxito la idea
socialista que busca homogeneizarnos, atentando contra nuestra diversidad
natural y sembrando la envidia.
La
legitimidad política del orden social de la libertad solo será sólida cuando la
abrumadora mayoría de los chilenos sienta que tuvo una oportunidad justa de
realizar sus potencialidades y alcanzar sus sueños, y que sus hijos también la
tendrán. Un orden político justo no puede basarse en la lotería del nacimiento,
sino en nuestra responsabilidad común de que a nadie le falten las condiciones
básicas del ejercicio de la libertad.
Además,
solo bajo esas condiciones se pueden legitimar el mayor éxito y riqueza de
algunos. Es por ello que en Estados Unidos ha existido no solo una aceptación,
sino incluso un culto al éxito y al enriquecimiento legítimo. Se trata de una
cultura fundada en aquella historia que ya fue comentada, en esa igualdad de
oportunidades que la sociedad estadounidense le brindó a tantos y que,
justamente por esa razón, permitió fundar el “sueño americano” sobre la sólida
roca de “the land of opportunity”. En esta perspectiva, se entiende que la
preocupante orientación actual de la política estadounidense con el surgimiento
de líderes populistas como Donald Trump y Bernie Sanders está directamente
vinculada con el debilitamiento del “sueño americano” y el surgimiento de un
amplio pesimismo en diversos estratos de la población de Estados Unidos.
En
todo caso, el contraste histórico con lo ocurrido en América Latina no puede
ser más fuerte y aleccionador. En nuestros países, el éxito y la fortuna están
casi siempre puestos bajo sospecha y ello viene de una historia de lacerantes
desigualdades, donde las oportunidades les han sido negadas a tantos y donde
muchas veces la fortuna fue construida sobre la base de la violencia -con su
exponente paradigmático en la conquista de América-, la connivencia con el
poder político, el privilegio, el negociado o el abuso. Todo ello nos lastra y
nos conmina a crear una sociedad más justa y, por ello, más libre.
Igualdad
de oportunidades y Estado solidario
Varias
veces se ha nombrado el concepto de igualdad básica de oportunidades, pero sin
definirlo más concretamente en nuestro contexto actual. Se aludió a la
importancia histórica del acceso a la tierra pero es evidente que hoy ya no se
trata de ello. A mi juicio, y sin entrar a detallar cada punto, se trata de
cuatro aspectos: educación, salud, seguridad ciudadana e infraestructura. Es en
torno a ellos que debemos focalizar nuestras intervenciones correctivas de los
efectos espontáneos del mercado, comprometiéndonos a que todo chileno tenga
acceso a esas condiciones sin las cuales el ejercicio de la libertad y la
realización de sus potencialidades en gran medida se hacen ilusorias. Esto no
excluye otras intervenciones, como las que tienen que ver con la situación de
la población mayor, pero centran la discusión en el tema de este ensayo: la
distribución más pareja de las oportunidades y las condiciones que las hacen
posibles.
Ese
debe ser nuestro gran compromiso político, pero ello no implica en absoluto que
propongamos un tipo de Estado de bienestar al estilo del actual Gobierno
chileno, es decir, donde el Estado asume no solo la responsabilidad de que a
nadie le falten estos recursos sino que de hecho pretende monopolizar su
financiamiento y gestión. Eso es algo que debemos rechazar con fuerza. Nuestra
concepción de Estado de bienestar debe seguir siendo subsidiaria respecto de lo
que pueda emprender la sociedad civil, que debe concitar el foco de nuestra
atención. Nuestras intervenciones deben potenciarla, empoderando directamente a
los ciudadanos y no al Estado ni a los políticos de turno. Esa es la opción de
la solidaridad con libertad o, como la he llamado en otro contexto, del Estado
solidario, que es diametralmente opuesto al Estado-patrón de la ideología
socialista.
Para
concluir, quisiera proponer un cambio en nuestro vocabulario que sirva para
destacar con fuerza la importancia que debemos darle al aspecto social o
solidario de la economía de mercado. Tal vez podríamos, en lugar de la palabra
“social”, que es un poco imprecisa y deslavada, usar la palabra “solidaria”.
Así, en lugar de economía social de mercado podríamos decir economía solidaria
de mercado.
Mauricio
José Rojas Mullor (Santiago de Chile, 1950).
Político,
historiador económico y escritor sueco de origen chileno.
Fue
parlamentario por el Partido Popular Liberal sueco desde 2002 hasta noviembre
de 2008.
En
2014 asumió la dirección de la Academia Liberal de la Fundación para el
Progreso de Chile.
Nota de la redacción: Este
artículo fue publicado por el diario 14ymedio y lo publicamos en Convivencia
con autorización expresa del autor.
DESDE
LA COMUNIDAD ECONÓMICA A LA PRIMACÍA DE LA SOCIEDAD CIVIL
Por
Karina Gálvez Chiú
La
economía es una de las ciencias sociales más cuestionadas, sobre todo por la
influencia que ejerce en la vida personal de los ciudadanos. El mercado rige
las relaciones económicas en los países más desarrollados y prescindir de él ha
traído como consecuencia el empobrecimiento y el subdesarrollo de otros tantos.
Pudiera pensarse que la clave para una sociedad próspera es solo el mercado.
Si
bien, hasta el presente momento de la humanidad, la experiencia ha sido que sin
el mercado no hay prosperidad posible, también es cierto que no basta con el
mercado y sus leyes para el pleno desarrollo humano en una sociedad. Las
sociedades han necesitado a lo largo de los años, complementar el ejercicio de
las leyes del mercado, con leyes que cubran sus externalidades y contribuyan a
la igualdad de oportunidades, a la responsabilidad individual y social, al
respeto a la libertad ajena, a la participación, al cuidado del medio ambiente.
En
Cuba, durante 57 años, lejos de intentar establecer la convivencia del mercado
con leyes que impulsen el desarrollo humano integral, se han usado las
consecuencias negativas del mismo para justificar el bloqueo a la libertad
personal de iniciativa económica. Y los resultados: vivimos en una eterna
crisis económica que solo se ha aliviado en los períodos en los que otro país
nos ha servido de “bienhechor”.
Actualmente,
con el anuncio oficial de que la economía no crecerá como se esperaba, y con
los rumores de una nueva profundización de la crisis energética, se pudiera
esperar que cambie esencialmente el sistema económico, si no es por voluntad
del gobierno, que sea por su decisión de ceder ante la imposibilidad de
enfrentar las actuales circunstancias, nacionales y regionales. Combinar tres
cambios: la liberación de las fuerzas productivas, el reconocimiento del
derecho a convivir de diversas formas de propiedad, y la inserción de Cuba en
los organismos económicos internacionales, provocaría una trasformación
esencial para la economía cubana que permitiría solucionar la crisis sin nuevas
dependencias.
Pero
no sería suficiente un cambio desde el gobierno o un cambio en el gobierno. La
implementación del mercado en la economía cubana en un ambiente democrático, no
basta para garantizar el ejercicio de las libertades ciudadanas. Necesitamos
para el futuro de Cuba, instituciones y asociaciones fortalecidas y efectivas.
Si la sociedad civil es fuerte, articulada, con educación cívica y contando con
un ambiente de libertad, respeto a los derechos, en una sociedad democrática,
es más probable que los ciudadanos podamos ejercer nuestra soberanía. En esa
dinámica, uno de los cambios en que es preciso trabajar desde ahora, es la
supremacía de la sociedad civil sobre el gobierno y el capital, o sea, la
primacía de la sociedad civil en el ambiente económico.
La
actitud de una sociedad civil bien educada y comprometida debe procurar con sus
exigencias, con su empuje, que ni el Estado, ni el mercado, se erijan sobre la
persona humana. Es responsabilidad de la sociedad civil, velar por que cada
ciudadano y ciudadana cubanos tengan oportunidades y espacios para
desarrollarse como personas, y además cuidar que en ese espacio de cada uno,
las prácticas no los afecten a ellos mismos, ni a otros, ni a la comunidad o al
planeta.
En
el ambiente de la economía existen ya experiencias y mecanismos que están
encaminados a estos propósitos. Por ejemplo:
Empresas
con responsabilidad social
Preguntémonos
si ya actualmente, los trabajadores por cuenta propia, en las limitadas
condiciones en que funcionan, no se niegan, por ejemplo, a darle vacaciones a
sus empleados, o a pagarle salarios justos; o si no se acomodan en el hecho de
que la competencia es escasa y la demanda supera la oferta, y brindan servicios
y productos por debajo de sus posibilidades. En una ambiente de mayor libertad
económica la situación puede agravarse.
Ahora
es necesario exigir al gobierno cubano, el cese del monopolio sobre la
propiedad y la gestión económica, pero cuando existan verdaderas empresas
privadas en Cuba, cuando convivan diferentes tipos de propiedad, es necesario
establecer mecanismos que la obliguen a pagar salarios justos, a producir con
la calidad y en la cantidad que justifique su existencia, a mantenerse en la
dinámica de innovación-progreso, y a participar en el cuidado del medio
ambiente. Una empresa responsable debe caracterizarse por la transparencia en
su gestión, para lo cual deben existir instrumentos y garantías eficientes, y
por una solidaria distribución de la ganancia, que debe ser estimulada con
políticas fiscales atractivas.
Como
consumidores tenemos el deber de estimular con nuestra preferencia aquellos
productos de empresas que cumplan con su responsabilidad social y con el medio
ambiente.
Empresas
con capital dividido en acciones
La
imposibilidad legal de concentrar propiedad y riqueza, para cualquier agente
económico que no sea el Estado, ha influido fuertemente en el estancamiento y
la crisis de la economía cubana. Si queremos una sociedad próspera, los límites
a la propiedad y a la obtención de riquezas, deben ampliarse hasta que topen
con otras libertades o con el bien común.
El
empuje de las grandes empresas que surjan y el gran espacio económico que
ocupan, puede ser compensado en la sociedad con una amplia participación a
través de la división eficiente de sus capitales en acciones. Adquirir acciones
de grandes empresas aunque sea en pequeñas proporciones, nos hace partícipes de
los resultados económicos de eficientes entidades que prestan un importante
servicio a la economía y contribuye a compartir el poder económico.
Fomento
de PYMES y cooperativas
Las
pequeñas y medianas empresas juegan uno de los roles principales en una
economía de mercado con responsabilidad social. Son ellas una alternativa a las
grandes concentraciones de capital y a los monopolios. Llegan a los rincones
del mercado a donde no llegan las grandes empresas. Tienen una gran facilidad
para las decisiones gracias a que su dueño está cerca del día a día de la
empresa, lo que ayuda a su eficiencia y a la rapidez de su respuesta a las
situaciones de la demanda. Lo limitado de su tamaño las hacen dejar espacio
para los demás.
La
propiedad cooperativa, verdaderamente independiente del Estado, promueve la
participación en la economía y también promueve la solidaridad y otra forma de
producir y hacer gestión. La forma de gestión cooperativa es una opción para
los que inician un negocio y una manera de ayudar a que la sociedad civil
protagonice la economía.
No
podemos decir que en Cuba hoy existen plenamente estas formas de gestión. Los
pequeños negocios por cuenta propia que pueden considerarse una pequeña empresa
son muy escasos y concentrados principalmente en el sector de alimentación y en
La Habana o en polos turísticos. Las cooperativas son en su mayoría, en el
sector agropecuario, y las que no lo son, laboran con muchas restricciones,
después de padecer el insoportable burocratismo oficial para conseguir el
permiso.
Desde
la sociedad civil, debemos exigir las mejores condiciones para estas formas de
gestión económicas, por la amplitud que le dan a la participación, el acceso
por tanto, de muchos, al poder económico y la posibilidad de satisfacer
necesidades muy específicas de sectores vulnerables de la población.
Bancos
con responsabilidad social
Los
bancos son empresas especiales debido a su importante papel como agentes
principales del sistema financiero, haciendo circular el dinero entre
ahorradores e inversionistas. Las decisiones bancarias sobre el uso del dinero
en una nación pueden determinar que las relaciones económicas sean más o menos
éticas. Que la banca actúe con responsabilidad social y no invierta en negocios
que atenten contra la vida humana o contra el medio ambiente, contribuye muy
significativamente en la eticidad de la conducta de los agentes económicos. El
otorgamiento de créditos sin exigencia de garantías materiales, al estilo de
los bancos de microcréditos promovidos en la India por Muhamad Yunus, y de la
llamada Banca Solidaria, permite la participación en la economía de los menos
favorecidos siendo una concreción de la búsqueda de la igualdad de
oportunidades.
La
concesión de créditos y microcréditos es una de las acciones económicas a
impulsar en el momento en que Cuba termine su tránsito hacia una sociedad
democrática. Los cubanos y las cubanas, en desventaja ante la inversión
extranjera, debido a los años de bloqueo a su iniciativa económica por parte
del gobierno cubano, no contarán con los recursos necesarios para invertir y
participar en la economía y el desarrollo del país y necesitamos formas de
obtenerlos que no promuevan la dependencia ni la subordinación.
Política
tributaria justa
La
justicia de los impuestos depende básicamente de que se establezcan en
correspondencia con los ingresos de los contribuyentes y de que utilicen para
el bien de la comunidad, según sean distribuidos por decisión de los
representantes del pueblo.
En
estos momentos, se ha aumentado en Cuba, la contribución que deben hacer los
trabajadores a la seguridad social y el impuesto a pagar sobre ingresos
personales. Ciertamente, ante el envejecimiento poblacional, aumenta la carga
que ya representaba la seguridad social para el Estado cubano. Es legítimo que
sea necesario aumentar los ingresos al presupuesto estatal. El problema es que
esa carga se ha transferido a los trabajadores que ganan un salario que, aún
está por debajo de lo necesario para un nivel de vida digno, teniendo en cuenta
que el costo de la vida también ha aumentado considerablemente. Y el otro
problema es que, si esa cifra recaudada por concepto de impuesto sobre ingresos
personales, formará parte del presupuesto local, es de esperarse que se reparen
calles, que mejore el alumbrado público o que se ofrezcan mejores servicios de
salud, o que mejoren las condiciones de los centros escolares.
Nuestro
deber como sociedad civil es promover una educación tributaria que nos
responsabilice con el bien común. Y que, al mismo tiempo, nos eleve a
ciudadanos que no veamos al Estado como bienhechor que nos favorece con sus
gratuidades, sino como administrador de unos bienes que son proporcionados por
nosotros mismos, dándonos el derecho a exigir excelencia en los servicios
públicos y la protección del orden interior.
Pagar
impuestos sí, exigir como contribuyentes, también.
Estas
y otras formas de hacer economía donde se respeten las libertades económicas y
se promueva la responsabilidad individual y social, encaminarían a Cuba hacia
la nación próspera y justa que queremos.
Como
no solo las empresas forman parte de la sociedad civil, todos tenemos
responsabilidad en que la economía no sea, en Cuba, asunto de los empresarios o
las empresas. Tal como ahora no queremos que sea solo asunto del Estado,
tampoco es de desear que solo sea asunto de empresas y mucho menos de empresas
privadas. Es hora de que el cambio en nuestro país sea hacia la democracia
económica.
Por
eso es muy importante que sepamos participar en la economía no como simples
espectadores, sino como verdaderos protagonistas.
Conociendo
algunos mecanismos económicos existentes, incluso algunos suficientemente
probados en otras regiones, los ciudadanos y ciudadanas, debemos crear
instituciones de la sociedad civil fuertes y sostenibles, que no se destruyan
fácilmente. Es importante también la creación de mecanismos e instrumentos
legales para canalizar las exigencias de la sociedad civil a empresas y al
Estado.
Estas
organizaciones y mecanismos deberán servir al ciudadano para exigir sus
derechos sin la sensación, cierta ahora en nuestro país, de que estamos
desamparados frente a un Estado “todopoderoso”, o, como en otros países, frente
a un mercado excluyente y discriminatorio.
Karina
Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1968).
Licenciada
en Economía.
Fue
responsable del Grupo de Economistas del Centro Cívico.
Es
miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.
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A LA PERSONA HUMANA: ÚNICO CAMINO HACIA UNA ECONOMÍA DIFERENTE
Por
Jorge Ignacio Guillén Martínez
Mucho
se ha hablado ya de los disímiles problemas estructurales y coyunturales por
los que ha atravesado nuestra economía en los últimos años, y en menor medida,
también se han hecho algunas propuestas sobre su futuro, sobre el sueño que
tenemos para la economía cubana. Sin embargo, queda muchísimo por sugerir y por
repensar para completar ese sueño que nos motive a trabajar decididamente por
un modelo económico verdaderamente inclusivo, próspero, solidario y humano; y
que además se aleje de los extremos y los “ismos” que tanto daño han hecho y
continúan haciendo al mundo actual.
En
este proceso de pensamiento y de ideación de propuestas para salir de la crisis
que desde hace décadas nos acompaña, la realidad de la economía cubana nos
impone un reto de vital importancia, un reto que debe ser la más alta prioridad
de todo cubano que mire críticamente los problemas que nos agobian y que sueñe
soluciones posibles; es el reto de volver nuestra mirada a la persona humana,
de reconocerla y buscar en la verdad de su propia existencia las respuestas que
nos permitan avanzar por un camino diferente.
En
la economía cubana ¿dónde está la persona humana?
Tristemente,
cuando intento hacer un análisis mínimamente profundo de nuestra realidad y de
las políticas económicas que se trazan, como los llamados lineamientos o el
reciente plan de desarrollo hasta 2030, no logro entender de qué sociedad
próspera y sustentable, de qué desarrollo, ni de qué igualdad y bienestar
social se está hablando. Me pregunto si son posibles estas compartidas
aspiraciones cuando se pasa por alto lo fundamental, lo más sagrado, lo que
debería representar la razón de ser de cualquier política pública, plan,
lineamiento o lo que sea. ¿Acaso es posible olvidarse de la persona humana?
El
valor que pueda tener cualquier medida o política depende directamente de la capacidad
que tenga para satisfacer las necesidades de las personas, necesidades que van
desde lo fisiológico hasta lo espiritual. Pero no basta con las intenciones y
los deseos de satisfacer las necesidades, sino que, en la práctica, en la vida
concreta de la gente, estas políticas deben tener un impacto real y concreto.
En Cuba, la incapacidad de las autoridades económicas para consumar esta medida
de eficacia de las políticas diseñadas ha sido un hecho consumado y constante
durante muchos años, y esto es un indicador irrefutable para poder afirmar con
toda certeza que la persona humana y su bienestar nunca ha sido lo más
importante, nunca ha sido lo primero a tomar en cuanta.
La
persona: dignidad, relacionalidad y vocación comunitaria
Cuando
se piensa en el futuro, se buscan modelos, teorías e ideas a seguir para lograr
la nación que legítimamente anhelamos; casi siempre corremos el riesgo de
meternos en esquemas, es el riesgo de ideologizar las teorías, los modelos,
etc. Ante esta situación surge la pregunta de ¿cómo hacer para que no suceda
esto con las propuestas de futuro que en la Cuba actual se están generando?
¿Cómo evitar los extremismos y las ideologizaciones?
Podemos
diseñar las mejores recetas y políticas económicas para avanzar hacia mayores grados
de desarrollo, pero, tarde o temprano todo fracasará si no ocurre paralelamente
a este proceso esa vuelta a la persona humana, ese poner definitivamente
nuestra mirada en el respeto a su dignidad y esa potenciación de su dimensión
comunitaria, de su vocación de ser para los demás y no solo para sí mismo.
Una
economía que reconoce este punto de partida y se propone avanzar sobre este
cimiento es una economía que se aleja de modelos excluyentes, es una economía
que busca nuevas maneras y métodos que le permitan estar al servicio de la
persona en su sentido más amplio. Es una economía que supera el imperio de los
manipuladores intereses políticos de unas sociedades y el imperio de la
reduccionista visión de la persona como un mero consumidor, prevaleciente en
otras sociedades, dando paso de este modo a la promoción de la cultura del dar,
del compartir, de potenciar la igualdad de oportunidades, de promover valores
que respeten y promuevan la humanización y dignificación de la persona y de los
ambientes laborales, en pocas palabras, la cultura del bien común.
En
concreto: ¿qué significa volver a la persona?
Si
yo fuera invitado a presentar sugerencias que hagan realidad esta vuelta a la
persona de la que he estado hablando aquí, entre muchas otras propondría:
-
Libre empresa, inversión y propiedad privada: para
que la gente pueda crear sus propias empresas, privadas, mixtas, cooperativas,
etc. Para que no haya freno a la iniciativa individual, al emprendimiento, para
que los cubanos puedan desarrollar todo su potencial y el país avanzar por
sendas de crecimiento y desarrollo.
-
Condiciones de trabajo justas y salarios dignos: para
que los cubanos dejen de ser explotados, puedan llevar un plato de comida a sus
mesas sin necesidad de robar o acudir a ilegalidades, para tener un nivel y
calidad de vida dignos. Que la gente pueda ejercer la profesión que estudió y
desarrollarse profesionalmente, para contribuir con gusto y responsabilidad al
desarrollo de nuestra sociedad.
-
Apertura al mundo y a los cubanos: para que fortalezcamos
nuestros lazos y vínculos de colaboración con la comunidad internacional,
intercambiando sanamente todo lo positivo que podemos aportar las diferentes
culturas y países. Y, sobre todo, para que los cubanos volvamos a ser lo más
importante para nuestro país, para que nuestro bienestar y la restauración de
nuestros derechos fundamentales sean la más alta prioridad.
Jorge
Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico
católico.
Estudiante
de Economía.
Educación
CULTURA
Y EDUCACIÓN
Por
Padre Alberto García Sánchez
Navegando
por el lenguaje: “José es una persona muy culta”. “Carlitos es un muchacho muy
educado”. ¿Qué queremos decir con la primera frase? Probablemente nos referimos
al nivel de preparación académica de José o a la cantidad y calidad de sus
conocimientos. Cultura y capacidad intelectual bien aprovechada serían
equivalentes.
¿Y
la segunda? Reconocemos a Carlitos como una persona de buenos modales, correcto
en sus expresiones. Buena educación sería lo mismo que una conducta social
apropiada.
En
este pequeño ensayo, quiero usar las palabras “cultura” y “educación” en un
sentido un poco diferente al del uso ordinario.
Si
entendemos por cultura principal o exclusivamente “caudal de conocimientos”,
solamente serían cultas las personas que han estudiado por lo menos a nivel de
bachillerato.
Vamos
a usar la palabra cultura en un sentido más amplio. Entendemos por “cultura” el
conjunto de ideas, visiones de la vida, valores, instituciones, modos de hacer
las cosas y de entender la realidad que son propias de una persona o grupo de
personas.
En
este sentido, tanto es cultura el conocimiento de la geografía o de la historia
como el arte de preparar un buen ajiaco. El catedrático que imparte clases en
la universidad es una persona culta en el sentido académico. Esa cultura le
permite manejar documentos y textos y comunicar sus conocimientos a sus
alumnos. El ama de casa que prepara la comida de su familia es una persona
culta. Su cultura le permite combinar los ingredientes de un buen plato y
comunicar a su familia una experiencia agradable.
En
este sentido más amplio, podemos decir que no hay ninguna persona que sea
“inculta”. Por esa misma razón, no podemos hablar de “la” cultura cubana como
si fuera una única realidad compartida por todas las personas que tenemos una
misma referencia geográfica o histórica. En esta tierra nuestra hay tantas
“culturas” como hay personas.
Esto
no significa que no haya muchos elementos comunes entre esas culturas
individuales. Por eso no es incorrecto hablar de una “cultura cubana”. Hay una
serie de rasgos que hemos adquirido al compartir un mismo suelo y una misma
historia. Dentro de esa “cultura cubana” encontraremos diferencias regionales,
diferencias generacionales, diferencias raciales, etc. Al acercarnos a las
personas concretas, iremos descubriendo en el diálogo y en la convivencia sus
rasgos culturales propios y aquellos que son más comunes.
¿En
qué sentido usamos la palabra “educación”? Educación es el conjunto de procesos
que nos ayudan a apropiarnos de nuestra cultura. Los procesos educativos pueden
ser más o menos formales, más o menos intencionales, más o menos conscientes.
De alguna manera el elemento “comunitario” estará presente en la educación. Al
relacionarnos con las demás personas, en todos los ambientes en los que nos
movemos (familia, vecindario, escuela, centros laborales, etc.), expresamos
nuestras culturas. Afectamos y somos afectados por las diversas culturas
encarnadas en las personas que tratamos.
En
este sentido más amplio, todas las personas somos “educadoras”. Y también somos
“educandos” y “educandas”.
Como
pueblo, necesitamos tomar muy en cuenta estos principios básicos y elementales
de la cultura y de la educación. A la hora de formular un proyecto educativo,
nos hace falta desarrollar una actitud de profundo respeto a las personas que
queremos acompañar en sus procesos de aprendizaje y crecimiento.
La
palabra “acompañar” es clave. “Educar” es una actividad que no se agota en la
acción de “enseñar”. Una máquina puede enseñar. Solamente una persona puede
educar porque la educación es un proceso de acompañamiento. Los libros y las
máquinas no acompañan. Las personas podemos hacer camino unos con otros.
Es
bueno recordar que en un salón de clases, no enseñamos geografía ni matemáticas
ni lengua española: acompañamos personas. Para que ese acompañamiento sea
fecundo, necesitamos entrar en el mundo cultural de las personas acompañadas.
Entender su lenguaje que es mucho más que comprender el idioma que hablan.
Sintonizar con su mundo de percepciones y valores. Antes de transmitir
“respuestas” necesitamos saber cuáles son las “preguntas” que traen nuestros
educandos.
Un
elemento esencial del mundo cultural de las personas que acompañamos lo
constituyen sus sueños, sus deseos, sus utopías. Cuando hablamos de una crisis
en el mundo de la cultura y de la educación, probablemente el elemento más
crítico es la quiebra de los sueños.
Revitalizar
nuestros sueños y nuestros ideales es una tarea que nos compromete a todos. No
es un proyecto exclusivo ni de gobiernos ni de escuelas ni de iglesias.
Necesitamos
alimentar una cultura de la esperanza y para eso nos hace falta educar en y
para la esperanza. La esperanza es una apuesta a favor de todo lo que todavía
espera nacer en nuestra cultura.
Alberto
García Sánchez (La Habana, 1943).
Ingresó
a la Compañía de Jesús (PP. Jesuitas) en 1961.
Hizo
sus estudios para el sacerdocio en Venezuela y en Estados Unidos y fue ordenado
sacerdote en 1972.
Trabajó
en República Dominicana desde 1979 hasta el 2001 y regresó a Cuba en noviembre
del 2001.
Fue
párroco en la Iglesia de Reina y se desempeñó como director de la hojita de Vida
Cristiana desde el 2004 hasta el 2015.
Actualmente trabaja en el Colegio de
Belén de los PP Jesuitas en Miami.
EDUCACIÓN
EN CUBA: APUNTES PARA LA MEMORIA
Por Miriam Celaya González
Con
suma frecuencia los medios oficiales cubanos, así como numerosas instituciones
y organismos internacionales, aluden a los extraordinarios logros de la
educación cubana durante las últimas cinco décadas. Menudean los elogios hacia
los desvelos del gobierno por garantizar la educación “gratuita y universal”
para todos los cubanos, y a su espíritu solidario al extender la instrucción a
países menos favorecidos, a través de programas y personal docente cubanos que
“desinteresadamente” llevan la instrucción a los rincones más recónditos del
mundo.
Mitos
y realidades se funden en la propaganda y en el imaginario colectivo dentro de
la Isla y más allá de nuestras fronteras geográficas, magnificando los
aciertos, ocultando los errores y estableciendo implícitamente el falso
supuesto de que la cultura pedagógica cubana es hija legítima de la
“revolución”.
Convertidos
en simples referencias y sin el justo reconocimiento que merece su obra, diríase
que los verdaderos fundadores de la pedagogía cubana están definitivamente
marcados por el estigma de haber nacido y creado su obra antes de 1959. Sin
embargo, nada de lo acontecido en los últimos 50 años en materia de educación
es comparable con la impronta de cubanidad y patriotismo que imprimieron a la
enseñanza e instrucción los grandes maestros que sentaron las bases de la
tradición pedagógica cubana.
Breves
apuntes históricos
Los
orígenes de la pedagogía cubana se remontan a los finales del siglo XVIII e
inicios del XIX, estrechamente vinculados al proceso de inicio de la formación
de la identidad cultural y del pensamiento cubanos, cuando las ideas de la
Ilustración europea –reinterpretadas desde la realidad insular por los mejores
pensadores criollos de entonces transformaron definitivamente la instrucción y
educación de la Isla y establecieron las bases de lo que llegaría a ser
posteriormente una sólida cultura pedagógica, con una importancia decisiva en
la consolidación de la cubanidad.
Instituciones
como la Sociedad Económica de Amigos del País, la Sociedad Patriótica, la Real
y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana y el Real y Pontificio
Colegio Seminario de San Carlos y San Ambrosio, favorecieron el desempeño de
pensadores y maestros que constituyeron los pilares fundacionales de la
tradición pedagógica de la Isla, como los presbíteros José Agustín Caballero y
Félix Varela, y el pedagogo y filósofo José de la Luz y Caballero, considerado
el padre de la pedagogía cubana.
Durante
los inicios del período republicano, el también pedagogo y político, Enrique
José Varona, encabezó una importante reforma en la educación al frente de la
Secretaría de Instrucción Pública durante la primera intervención
norteamericana. Su doctrina pedagógica rechazaba la violencia revolucionaria
como método para solucionar los males sociales, y consideraba a la universidad
como un espacio cívico autónomo que debía ser fragua de la democracia nacional.
Fueron
muchas las personalidades que aportaron a la pedagogía cubana durante la
República. En ese período la enseñanza pública se generalizó y se extendió, a
la vez que se diversificaba la instrucción. Surgieron numerosas escuelas de
enseñanza general, escuelas tecnológicas, de comercio, así como de diversos
oficios y escuelas pedagógicas como las Escuelas Normales, que graduaban
maestros de enseñanza primaria; o la cátedra de Pedagogía de la Universidad de
La Habana, que formaba a los profesores de enseñanza media y superior. También
se fundaron la Universidad de Oriente (Santiago de Cuba) y la Universidad
Central (Santa Clara).
En
poco más de 40 años la República vio surgir numerosas instituciones de
enseñanza, tanto pública como privada, laica o religiosa, en toda la Isla.
Cierto que existía una gran diferencia entre las zonas urbanas y las rurales
con relación al acceso a la educación y al número de centros docentes, sin
embargo, hacia finales de la década de los 50’ del siglo XX, Cuba exhibía uno
de los más bajos índices de analfabetismo, no solo de este Hemisferio, sino
incluso por debajo de la que había sido su metrópoli, España, y de numerosos
países que hoy se encuentran entre los más desarrollados del planeta.
Así,
el censo de 1953 reflejaba un 23% de analfabetismo entre los cubanos mayores de
10 años, una cifra muy favorable para los estándares de la época. Las zonas
rurales estaban marcadamente menos favorecidas, con un 41,7% de analfabetismo,
en franco contraste con las zonas urbanas, que tenían un índice de 11,6%.
La
Educación “revolucionaria”: voluntarismo y centralismo
Tras
la llegada al poder del actual régimen político, casi seis décadas atrás, el
nuevo Poder dio inicio al desmontaje de la larga tradición pedagógica anterior,
anclada en los valores republicanos desde los primeros años del siglo XX y se
impuso una transformación radical del sistema de educación.
Entre
las medidas tomadas por el nuevo gobierno se dictó la Ley de Nacionalización de
la Enseñanza (6 de junio de 1961) que estableció la instrucción pública y
gratuita y a la vez suprimió la educación privada. Todos los centros de
enseñanza privada, así como sus bienes y acciones, pasaron al poder del Estado,
desde entonces rector absoluto de los programas docente-educativos.
En
el propio año 1961, el gobierno revolucionario impulsó una colosal campaña de
alfabetización que se propuso, por una parte, erradicar el analfabetismo en
Cuba, y por otra, proyectar al mundo una imagen de la voluntad de justicia
social del nuevo Poder revolucionario.
Para
cumplir semejante meta fueron movilizados por todo el país cientos de miles de
jóvenes de casi todos los niveles de enseñanza. Muchos de ellos, apenas
adolescentes, marcharon de sus hogares por primera vez para enseñar a leer y a
escribir a otras tantas familias, fundamentalmente campesinas, compartiendo sus
duras condiciones de vida y sus jornadas de trabajo1.
A
la vez, el Manual que utilizaba el alfabetizador servía “para orientarlo
técnica y políticamente”2; mientras la Cartilla de los educandos
contenía “24 temas sobre cuestiones básicas de la revolución, con definiciones
sobre las palabras usadas”.3 Porque la campaña alfabetizadora, más
que el altruismo de llevar la luz de la enseñanza a los rincones más
apartados de Cuba, tenía como objetivo esencial adoctrinar políticamente a
favor del gobierno a las grandes masas de origen obrero y campesino, así como a
los propios maestros.
Fue
esta la primera movilización masiva de larga duración promovida por el nuevo
gobierno y una de las más populares, con un balance político sumamente favorable
al Poder, aunque con un gran costo económico y social cuya envergadura aún no
se ha calculado. También era el inicio de una fatídica experiencia que se
repetiría más de una vez en períodos posteriores, ante la insuficiente cantidad
de educadores: los maestros improvisados mediante cursillos breves, sin una
verdadera formación pedagógica.
Ya
en la década de los 60’ comenzó a evidenciarse la impronta ideológica que
marcaría el devenir de la educación cubana hasta el presente. El número de
maestros de entonces, insuficiente para cubrir la demanda en correspondencia
con los programas docentes de la revolución, unido a la urgencia de crear un
nuevo tipo de educador capaz de responder a los intereses políticos del
gobierno, imponía la creación de escuelas pedagógicas de nuevo tipo.
Entre
los primeros experimentos pedagógicos del gobierno se promovieron concentrados
de estudiantes -futuros maestros “revolucionarios”- en lugares montañosos.
Previamente fueron liquidadas las Escuelas Normales4. Se crearon nuevas
escuelas para maestros de enseñanza primaria con planes y programas
revolucionarios, alejadas de los centros urbanos y bajo régimen de internado:
los estudiantes cursarían un año de estudios en Minas del Frío, en plena Sierra
Maestra, y después cuatro años más en Topes de Collantes, en la Sierra del
Escambray, en condiciones casi de guerrilla. Estos estudiantes se formaban
“pedagógicamente” no solo en las aulas, sino entrenándose en las privaciones de
las marchas por las elevaciones y los montes, conociendo los rigores de la
intemperie y viviendo muchas veces en situación de campaña. Un maestro debía
ser tan tenaz y resistente como un guerrillero y en ese mismo espíritu formaría
a sus educandos.
Paralelamente
se crearon los primeros planes de formación de maestros emergentes (conocido
como “Maestros Voluntarios”), mediante los cuales, en un plazo de solo cuatro
meses, se formaban maestros primarios en campamentos establecidos también en
las montañas de la Sierra Maestra. En las zonas urbanas se aplicó otro plan de
maestros emergentes, conocido como “Maestros Populares”, que formó educadores
primarios entre jóvenes que apenas tenían aprobado el sexto grado. Más adelante
se implementaron planes de perfeccionamiento y recalificación, lo que permitió
elevar el nivel de los educadores que se habían formado bajo programas
emergentes.
Pese
a todas las deficiencias e improvisaciones, en muy pocos años, entre 1960 y
1963, el gobierno revolucionario había logrado asegurar la escolaridad primaria
de seis grados a la totalidad de los niños cubanos en edad escolar, una meta
para la cual la UNESCO había trazado un plazo de diez años.
En
la década de 1970 surgieron otras escuelas pedagógicas más especializadas,
concebidas siempre bajo el espíritu guerrillero de “batallas” y “campañas” que
ha constituido el signo de todos los programas impulsados por el gobierno. A
este tenor, y ante la apremiante necesidad de profesionales de la educación
para cubrir los cuantiosos planteles creados en todo el país, se fundaron el Contingente
Pedagógico “Manuel Ascunce” y la Escuela Formadora de Maestros Primarios
“Salvador Allende”, para la formación de maestros secundarios y primarios,
respectivamente. A finales de la misma década se creó en la capital cubana el
Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona”, que llegó a graduar
profesores de alto nivel pedagógico con una instrucción especializada en todas
las ramas de la enseñanza.
A
partir del surgimiento de los acuerdos de cooperación científico-técnica y
educacional, con el amparo de los subsidios procedentes de la Unión Soviética y
los países del antiguo campo socialista, en Cuba se formaron durante más de dos
décadas miles de especialistas de nivel universitario y tecnológico, graduados
tanto dentro de la Isla como en esos propios países. También se contó con la
llegada de miles de técnicos y asesores extranjeros que elevaron la
calificación de los profesionales cubanos en todas las ramas de la enseñanza y
fueron creados numerosos centros de estudios superiores, tanto capitalinos como
en las provincias del interior.
Todo
el proceso de renovación radical del sistema de educación tenía como objetivo
esencial la creación del llamado Hombre Nuevo, un prospecto de aliento
facistoide que presuponía la superioridad moral del hombre formado en el
socialismo, con relación al sujeto capitalista intrínsecamente
“desnaturalizado, deshumanizado”. Para tales fines, el principio de combinar el
estudio con el trabajo trajo como consecuencia desde finales de los años 60’ la
implementación del Plan La Escuela al Campo, en función del cual en cada curso
escolar se movilizaban los estudiantes de secundaria básica, de enseñanza
tecnológica y de preuniversitario hacia campamentos agrícolas, en los que
permanecían internados trabajando por un período que en sus inicios fue de
hasta dos meses y más tarde se fijó en 45 días.
En
los inicios de los años 70’ se crearon las primeras Escuelas en el Campo, con
sistema de internado y matrícula opcional, que se fue generalizando para los
niveles secundario, preuniversitario y para varias especialidades de enseñanza
tecnológica. Hacia finales de la década de los años 80’, sin embargo, los
internados en el campo se tornaron obligatorios para todos los estudiantes que
optaban por estudios de preuniversitario con vistas a continuar más tarde
estudios superiores.
Tales
planes llevaban implícito un reforzamiento del adoctrinamiento
marxista-leninista de las nuevas generaciones, bajo fuertes preceptos de
ateísmo y negación de tradiciones y valores culturales y familiares
considerados por el régimen como “rezagos burgueses heredados del capitalismo”.
El individuo (rasgo típico de los caducos valores burgueses) debía
fundirse en la masa (proletariado, símbolo de los nuevos y futuros
tiempos), de ahí la concentración de decenas de miles de adolescentes
conviviendo en condiciones de internado, uniformados e igualados como un
ejército de zombis al servicio de una ideología, de un partido y de un
gobierno.
El
Estado se convertía así en el nuevo tutor de las juventudes, con más autoridad
que los padres. Para esos jóvenes se creaban nuevos hogares-escuelas y se
reinventaba la historia nacional: todo el pasado se condenaba y solo el
presente revolucionario legitimaba la justicia y los derechos para los cubanos.
Por primera vez en Cuba, la política implantada desde el Poder asestó un golpe
demoledor a la familia como núcleo básico de la sociedad, al sustituir el papel
de los padres por el del Estado. En consecuencia, los adolescentes eran
separados de sus familias y se formaban alejados de la atención directa de los
padres, originando la pérdida de valores morales tradicionalmente transmitidos
de una generación a otra a través de la relación de padres e hijos.
Pese
a todas sus limitaciones, hay que reconocer que el sistema de enseñanza cubano
logró extender la instrucción a todas las capas de la población, elevó los
niveles de acceso a los estudios de grupos sociales históricamente
desfavorecidos y creó en la población la conciencia de la educación como un
derecho.
En
la década de los 90’, con el derrumbe de la Unión Soviética y del campo
socialista de Europa del Este, sobrevino la más profunda y permanente crisis
que haya conocido la historia de Cuba. El declive del sector educacional y la
incapacidad del Estado para sostener los colosales gastos, condujo al declive y
posteriormente al cierre definitivo del sistema de becarios en la enseñanza
general. Centenares de maestros y profesores emigraron a destinos laborales más
promisorios, sellando con el fracaso lo que alguna vez concibiera un sueño
megalómano: hacer de Cuba “el país más culto del planeta”.
Se
acentuó un retroceso en la calidad de la enseñanza que se mantiene hasta la
actualidad, aunque persiste la política promocionista encaminada a inflar las
estadísticas oficiales con falsos estándares. Esta regresión se manifiesta más
en la actualidad, cuando los avances de la tecnología de la informática y las
comunicaciones y otros adelantos propios del desarrollo científico y técnico a
nivel global están fuera del alcance de los estudiantes y profesores cubanos.
Transcurrido
medio siglo del secuestro de la educación por parte del Estado, el saldo es
negativo: se malograron los avances de las décadas de los 70’ y los 80’, y se
perdieron los valores profundamente humanistas de los fundadores de la
pedagogía cubana.
Analizando
el controvertido proceso de la educación en Cuba, sus luces y sus muchas
sombras, cabe recordar los presupuestos de un destacado pedagogo brasileño:
“Enseñar exige el reconocimiento y la asunción de la identidad cultural”5.
En los últimos 50 años de educación absolutamente centralizada, se ha asumido
en el proceso docente-educativo una falsa identidad cultural subordinada a los
intereses del Estado y se ha impuesto la enseñanza de una historia nacional apócrifa,
al servicio del poder totalitario. El resultado lo estamos confrontando en la
realidad actual con la carencia de verdaderos ciudadanos y la imposición
oficial de un falso concepto de cubanía.
El
mismo pedagogo brasileño señala también que “El mundo de la cultura que se
prolonga en el mundo de la historia es un mundo de libertad, de opción, de
decisión, mundo de posibilidades donde la decencia puede ser negada, la
libertad ofendida y rechazada”6. Siguiendo esta máxima, el ejemplo
de la experiencia pedagógica cubana después de 1959, demuestra cómo la negación
de la decencia y de las libertades ha acabado por lastrar la cultura y
erosionar los valores nacionales. Es precisamente por esa razón que la
pedagogía no puede prescindir de la libertad y de la formación ética de los
individuos.
Bibliografía
Castellanos
Martí, Dimas C. Desentrañando claves. La Habana (inédito).
Ferrer,
Raúl. Avances de la educación obrera y campesina en Cuba. La Habana. Cuba
Socialista No. 23, Año III, julio de 1963.
Freire,
Paulo. Pedagogía de la autonomía y otros textos. Editorial Caminos. La Habana.
2010.
García
Galló, Gaspar J. La Lucha Contra el Analfabetismo en Cuba. Cuba Socialista No.
2, Año I, octubre de 1961.
Hart,
Armando. El desarrollo de la educación en el período revolucionario. La Habana.
Cuba Socialista No. 17, Año III, enero de 1963.
Referencias
1
Según Armando Hart, entonces Ministro de Educación, hubo alrededor de 300 mil
alfabetizadores en aquella Campaña, más de la mitad de los cuales eran mujeres.
Alrededor de 100 mil de ese total eran adolescentes.
2
G J. García Galló. La Lucha Contra el Analfabetismo en Cuba. En: Cuba
Socialista No 2, Año I, Octubre de 1961, pp. 69-81.
3
Ibídem.
4
Estas escuelas “tales y como estaban ubicadas y organizadas, no podían resolver
(…) los problemas derivados de la extensión de los servicios educacionales; era
necesario aplicar nuevos métodos para la formación de los maestros que el
desarrollo del proceso revolucionario requería”. Armando Hart. “El desarrollo
de la educación en el período revolucionario”. En: Cuba Socialista No. 17, Año
III, enero de 1963.
5
P. Freire. Pedagogía de la autonomía y otros textos. Editorial Caminos. La
Habana 2010, p. 36.
6
Ibídem, p. 47.
Miriam
Celaya González. La Habana.
Antropóloga.
Bloguera independiente.
Miembro del Consejo Académico del Centro
de Estudios Convivencia.
Debate público
LA
REVOLUCIÓN CUBANA ANTE LA CUESTIÓN RACIAL
Por
Norberto Mesa Carbonell
La conducta de la dirigencia revolucionaria cubana ante la
cuestión racial nacional ha estado marcada por la contradicción, desde el
inicio. El conjunto de las acciones tenidas como apropiadas para dar solución a
los graves problemas de diverso tipo expuestos por el doctor Fidel Castro en su
alegato de autodefensa durante el juicio por los sucesos del cuartel Moncada es
considerado como el Programa de la Revolución Cubana en su primera etapa. Pero
en el Programa del Moncada -como también se le conoce- no se recoge el problema
de la discriminación racial, a pesar de que el autor de La Historia me
Absolverá había sido un destacado activista de la lucha contra el racismo en
sus años de estudiante universitario. Se ha explicado esta especie de
contradicción diciendo que la omisión se debió a una consideración táctica;
también se ha planteado que fue un desliz de su memoria.
Sin embargo, luego del triunfo revolucionario, y en fecha tan
temprana como marzo de 1959 y ante el reclamo de algunos líderes negros, el
jefe revolucionario conmocionó a la sociedad cubana con su vibrante y enérgica
condena a la discriminación racial existente en Cuba, realizada durante una
comparecencia en la televisión; en esa oportunidad opinó que dar solución al
problema de la discriminación racial era probablemente, la tarea más compleja
que tenía por delante el proyecto revolucionario y llamó a todos los actores
sociales a participar en una campaña nacional de lucha contra ese flagelo, la
cual se puso en marcha inmediatamente. Pero prontamente en septiembre de 1961, el doctor Osvaldo Dorticós Torrado, entonces presidente de la
República, afirmó en su discurso en la Primera Conferencia Cumbre de los Países
No Alineados, celebrada en Belgrado, Yugoslavia, que Cuba había eliminado de su
sociedad el flagelo de la discriminación racial y por esa razón estaba
calificada para denunciar y condenar la existencia de ese mal en otros países.
¿Cómo era posible que una expresión tan compleja
del problema racial, que había marcado profundamente el devenir histórico del
proceso formativo de la nación cubana, hubiera sido solucionada en el muy corto
período de dos años y medio? Nadie ha argumentado de manera convincente las
razones en que estuvo basada aquella afirmación, a todas luces no coincidente
con la realidad. Se ha planteado que ella fue resultado de una errónea
apreciación idealista; también se ha explicado que fue producto de una
aplicación inapropiada de determinado planteamiento de la teoría marxista. De
seguro varias personas hubieran podido dar la explicación precisa de esta
indudable contradicción; pero ninguna lo ha hecho. Para mí, que no soy un
experto, la temprana afirmación de que se había eliminado la discriminación
racial estuvo determinada por la voluntad de utilizar la fuerte crítica al
racismo norteamericano como arma política en la creciente confrontación entre Cuba
y Estados Unidos y tuvo de fondo las luchas allí del movimiento negro por los
derechos civiles, algunas de cuyas expresiones encontraron formas de respaldo
en Cuba.
Aquella afirmación del presidente
Dorticós en Belgrado significaba una decisión política cuyas consecuencias
duran hasta la actualidad, y resultó muy negativa para el logro de avances
efectivos en la lucha por la disminución gradual e irreversible de la
desigualdad y la discriminación raciales en la sociedad cubana. A partir de
entonces y durante décadas, la problemática racial fue convertida en un tema
tabú, proscrito de los casi inexistentes espacios de debate público.
Seguramente, aquella decisión política propició en gran medida el
reconocimiento hecho por el máximo líder cubano -en el libro “Cien Horas con
Fidel”- de que la Revolución no había sido exitosa en el mejoramiento de la
situación socioeconómica de la población negra cubana. Aunque hay que reconocer
que, a pesar de no existir políticas dirigidas a la población negra en particular,
esta se benefició de las políticas gubernamentales encaminadas a elevar el
nivel de vida de la población pobre. Debe admitirse que la población negra, que
estaba en una posición socioeconómica más rezagada que el resto, no tuvo las
mismas posibilidades para aprovechar las oportunidades concebidas para todos
por igual, por ello se mantiene la visible desigualdad que afecta a esa parte
de la población cubana.
Norberto Mesa Carbonell (Pinar del
Río, 1950).
Ingeniero Agrónomo.
Fundador de la Cofradía de la Negritud en 1998.
Promotor de acciones públicas de reflexión y debate sobre la
problemática racial en Cuba.
Reside y trabaja en La Habana.
LA HORA DE LA PIÑATA Y EL DÍA DESPUÉS
Por Williams I. Rodríguez Torres
Hace casi dos años
amanecimos con un alegrón, uno de aquellos que estremecen el alma y mueven el
piso, uno de los que no tiene costumbre de recibir el pueblo cubano. Cuba y los
Estados Unidos comenzarían a normalizar sus relaciones diplomáticas. La
reacción popular no se hizo esperar, la gente estaba alegre, “Ahora sí se acabó
el abuso”, “Se acabó la miseria”, “Se acabó el hambre”, eran algunos de los
comentarios que se escuchaban al transitar por cualquier calle de este país; se
empezó a soñar nuevamente. El pueblo que andaba en tinieblas comenzó a ver la
luz, empezó a soñar, a tener esperanzas, la gente fue feliz soñando un mejor
futuro.
Con los días nos fuimos
enterando de conversaciones, de pasos de acercamiento entre los dos gobiernos y
la esperanza de la gente iba en franco ascenso; el general-presidente prometía
una vez más un futuro de felicidad a un ritmo sin prisas, pero sin pausas,
aunque ya de pausas este pueblo esté cansado, aunque muy aprisa gran parte de
los jóvenes cubanos decidan no esperar y lanzarse a una aventura incierta, a la
conquista de la “tierra de sus sueños” a como dé lugar.
Con el correr de los días
y los meses, la opinión pública comenzó a dividirse, unos confiamos en que el
proceso iniciado no tiene retroceso y ha caído en una metamorfosis lenta y
rara, en una transición muy a lo caribeña, muy cubana, sin muchos parecidos a
las acontecidas décadas atrás en la gran Europa, o a otras más recientes en
nuestro continente; otros caen en el escepticismo y la antipatía, mientras que
otra parte de nuestros compatriotas no cree absolutamente en nada de lo que se
dice, niegan que algo bueno pueda suceder, se rehúsan a creer que algún cambio
esté sucediendo. Pero si hacemos balance de lo acontecido en los casi dos
últimos años, indudablemente encontraremos ejemplos claros de una maquinaria
que ha echado a andar para no detener el rumbo, porque va cuesta abajo, se han
dado pasos de no retorno, porque el retorno sería una estrepitosa caída, un
error irreparable que el pueblo cubano no estará dispuesto a asumir. De errores
y fracasos, de locas aventuras y obstinación ha estado lleno el camino de los
últimos cincuenta y seis años de nuestra historia. No importa que en ocasiones
se avance y en otras se parezca retroceder, es que como dice el refranero popular “compraron
cabeza y le cogieron miedo a los ojos”.
Durante estos
21 meses transcurridos, en el seno de la sociedad civil ha habido diversos
criterios, hay quienes aplaudimos la decisión de la Casa Blanca en el cambio de
política, en el acercamiento al pueblo cubano y su realidad, a la
implementación de medidas que empoderen al pueblo y les permita tomar el
control de su realidad y tomar conciencia de que el cambio que necesitamos solo
podrá realizarse en la medida que lo deseemos y que tomemos responsabilidad
asumiendo los riesgos que conlleva. Solo siendo ciudadanos comprometidos con
nuestra realidad, sin dobleces ni rincones morales lograremos un diálogo
pacífico, capaz de transformar nuestro entorno sin violencia. Por otra parte,
no pocos se oponen rotundamente a este golpe de timón dado por el gobierno
norteamericano en cuanto a política respecto a Cuba, hay quienes se sienten
traicionados y hasta ofendidos.
Es importante
respetar el criterio ajeno, es necesario dar valor a las diferentes posturas
asumidas por los miembros de nuestra sociedad civil, que a mi modesto criterio,
le queda mucho por andar, pero que ha madurado bastante. No es bueno criticar
maliciosamente la posición asumida por los demás, no es sano desacreditar a
quienes creen en el diálogo y la reconciliación, o a los que prefieren las
marchas en las calles; cada quien toma el camino que considera correcto, lo
importante es siempre hacerlo buscando lo mejor para Cuba, e intentando
respetar incluso a la persona de los más radicales y represores.
No es secreto
para nadie que en el plano internacional el zapato se nos está apretando, yo
diría que el barco está haciendo agua. Cada vez más va cerrándose el círculo de
países de izquierda, o populistas. Escándalos, corrupción, violencia, mal
manejo de finanzas, clientelismo, son algunas de las cosas que han dado al
traste en países a los que Cuba les ha tenido como socios comerciales, de los
que ha dependido económicamente en las últimas dos décadas. Esto, más la crisis
migratoria actual y el evidente descontento popular, van dando muestras claras
de un inevitable desmerengamiento.
La sociedad civil, en su
proceso de maduración, ha de afianzarse en cuanto a proyectos, propuestas,
sobre todo, desde una posición común. No me refiero a una igualdad de
criterios, eso sería más de lo mismo, me refiero a planes para la Cuba futura,
a saber qué hacer el día después, a trazar estrategias para conducir a la
nación en el momento de la mayor oscuridad, a la hora de romper la placenta y
salir a la luz, a esa luz que ya muchos vemos cercana, pero también la luz de
golpe provoca ceguera. Para ese momento de aturdimiento nacional es tarea de
nuestra sociedad civil timonear la nave hacia un astillero y no podemos dejar
para mañana el plantearnos el futuro que deseamos para nuestros hijos. Eso sería dejarla a la
deriva. No le toca al gobierno de los Estados Unidos de América el planificar
nuestro futuro, el moldear el camino de salida, el darle feliz término a
nuestra situación actual, no obstante lo bueno que es el restablecimiento de
estas relaciones y de toda la ayuda que necesitaremos para la reconstrucción
nacional.
La hora de la
piñata está por llegar, ya hay algunos pícaros cogiendo los cordelitos,
esperando que suene el cornetazo para tirar de ellos y tratar de coger la mayor
cantidad de golosinas para comer y para llevar, para darles algo a los primitos
que quedaron en casa y algún caramelo para los amiguitos, pero la mayor parte
para sí. Esto no es nuevo, esto ha sucedido a lo largo de la historia, ejemplos
lejanos y otros mucho más recientes nos lo han mostrado. Pero esto no ha de
preocuparnos, después de una crecida, el agua vuelve a su cauce. No será fácil,
nadie lo piense, quienes tengan la responsabilidad de asumir la restauración de
la democracia y la economía en Cuba tendrán que tragar muchos tragos amargos,
habrán de ceder en ocasiones, en otros casos tendrán que ser drásticos y les
tocará tomar medidas que, en ocasiones, serán impopulares o incomprendidas,
pero necesarias.
Es hora de
juntar esfuerzos, de asumir que para andar un largo camino hay que tomar
provisiones, planificar nuestro rumbo calculando cuándo hacer paradas y
descansos, cuándo reabastecernos y el tiempo estimado de llegada. Es tiempo de
proponer, de aportar, de hacer planes calculando riesgos, de saber qué haremos
una vez que la piñata esté vacía. No podemos esperar a que suceda para después
sentarnos a proyectar, o peor, a improvisar. Esto no es solo para los diversos
grupos de la sociedad civil, es también para los diferentes partidos políticos
que aspiran al poder y que tendrán que mostrar al pueblo sus propuestas de
gobierno para que el soberano los acepte o no, para los mismos partidos que
conformarán, sin dudas, el nuevo parlamento plural y representativo, que tendrá
en sus manos la sagrada responsabilidad de velar por el bien y la armonía de la
nación.
La hora de la
piñata está cerca. ¿Qué pasará el día después?
Williams Iván Rodríguez Torres (Pinar del Río, 1976).
Técnico en
Ortopedia y Traumatología.
Artesano.
LA JUVENTUD CUBANA: ¿UNA GENERACIÓN “DESCONECTADA”?
Por Yoandy Izquierdo Toledo
Así como los
biólogos separan por etapas los complejos mecanismos de acción de un proceso
determinado, o los meteorólogos estudian por partes un fenómeno natural, suele
suceder en las ciencias sociales. Quizá, incluso, sea mucho más complejo al
tratarse del hombre en interacción con las distintas fuerzas motrices de la
sociedad. Es por ello que, siguiendo este esquema de clasificación para el
estudio y la comprensión de “algo” podemos enunciar la existencia de tres generaciones
en Cuba desde la década del 60 hasta la actualidad.
Tres generaciones de cubanos
En los
primeros años de la “Revolución”, dígase desde 1960 hasta 1970 podemos hacer
alusión a una “generación heroica o martirial” que comprendía a las personas,
fundamentalmente a los jóvenes, que un día se plantearon ciertas inquietudes
existenciales, y para ser consecuentes con ellas vivieron en carne propia el
sacrificio, la persecución y en ocasiones hasta la muerte. Entre estos se
encuentran los impulsores del “cambio” y los que lo siguieron desde distintas
posturas porque creyeron que “todo tiempo futuro tenía que ser mejor”. También
aquellos que vivieron las consecuencias de su fe.
En las décadas
venideras, desde 1970 hasta 1990, muchos de los ideales por los que habían
luchado aquellos héroes y mártires, o por los que todavía algunos defendían el
proyecto de Revolución de 1959, se vieron frustrados. Podríamos llamarle la
“generación frustrada”, donde el proyecto de hombre nuevo se malograba, donde
abundaban las promesas, luego las justificaciones y al final una lista de
realidades frustrantes.
En los inicios
de la década de 1990, la situación de Cuba se tornaba más difícil debido a la
desaparición de la URSS y el campo socialista y el dilatado tiempo del gobierno
en el poder, que no solucionaba los principales problemas de la población.
Estas agudas circunstancias provocaron el aumento de la emigración y
desencadenaron los fenómenos migratorios conocidos como “crisis de los
balseros” o “el maleconazo”. ¿Cómo llamarle entonces a esa generación que nació
en este período de 1990 a 2010, que no vivió los primeros años de la Revolución
triunfante sino que padece las consecuencias de ella a más de medio siglo?
Podríamos decir que estamos en presencia de una “generación desconectada”.
¿Qué significa “generación desconectada”?
Esta desconexión para nada
tiene que ver con la enajenación y grado de concentración superior de muchos
líderes espirituales, o a la que pudieron llegar muchos filósofos de la
antigüedad permitiéndoles desarrollar sus más notables aportes. Es una
desconexión negativa, que hace vivir sin proyecto de vida, sin importar la
repercusión de las decisiones personales, familiares y sociales; en otras
palabras y como dicen muchos jóvenes: “es vivir a mi aire el día a día”.
A pesar de que
una gran parte de la población cubana vive “desconectada”, en particular los
jóvenes constituyen el grupo etáreo que mejor refleja esta característica. La
mayoría no pueden concebir, no tienen o no quieren un proyecto de vida en la
Isla. No se ven aquí en el futuro más inmediato y ven como salida ante los
problemas económicos y vicisitudes en general que sufre el país, esa fuga
mundi que estamos viviendo en la actualidad. Ante la crisis interna la
solución es escapar, a veces con propósitos bien claros para cuando se esté
fuera, pero en otras ocasiones a probar suerte, porque existe la creencia de
que en cualquier otro lugar la vida será mejor. Esto es lo que podemos llamar
la cultura de la inmediatez y la inmanencia, el solucionar el problema de hoy
sin importar ni “meterle cabeza” al mañana.
Este análisis
de la realidad nos lleva a su vez a un análisis de causas profundas que no solo
implican a los jóvenes. Cabe preguntarse el porqué de tan desmedido desinterés
por la vida social y comunitaria, que lejos de atracción en lo que se
transforma es en miedo y aburrimiento. Hay que detenerse a revisar los
conceptos que proclamamos y las convicciones que defendemos, ya sea desde la
política o la religión, para que no les resulten a muchos “fenómenos de
cansancio y de vejez”, signos clásicos de algo que llega a su fin. Es
importante discernir entre el origen real y el que se dice para justificar las
actitudes de muchos jóvenes que son tildados de apáticos o antisociales cuando
eluden, o sencillamente, no les atraen compromisos como el matrimonio, la
formación y mantenimiento de una familia tradicional, o un compromiso social
específico.
Otro rasgo de los
“desconectados” es vivir ensimismados, enfrascados en un yoísmo que impide la
expresión principal del hombre que lo hace un ser social. Esta especie de
cerrazón o de individualismo, aunque parezca contradictorio, no repercute en el
cultivo de una vida interior, que al igual que los compromisos y la
participación social, es poca. La educación en valores y virtudes, la formación
de la conciencia moral y el cultivo de la espiritualidad como complemento a una
educación ética y cívica integral aún son asignaturas pendientes. El uso de las
nuevas tecnologías, si bien es un reclamo de las nuevas y viejas generaciones,
hace que la mayoría de los jóvenes convivan con la pantalla y en las redes
sociales. Internet, como derecho humano recientemente reconocido por la ONU es
para todos, pero también debemos tener en cuenta que no puede ser el centro de
nuestras vidas. Como sucede en materia de Derechos Humanos, no basta la lucha
por defender los derechos, sino que debemos procurar que las personas cumplan
sus deberes y propiciar un ambiente donde se fomenten sus dos dimensiones
fundamentales: la personalización y la socialización.
Fortalezas y oportunidades de los jóvenes
Sin embargo,
independientemente de los rasgos descritos anteriormente, existen fortalezas y
oportunidades que son elementos positivos que, con buenas actitudes y métodos, se
pueden y deben aprovechar para lograr una mayor implicación de la juventud en
la vida social de la nación.
El espíritu
rebelde de los jóvenes, por ejemplo, es una de esas fortalezas, y bien
encausado provocaría salir de la inercia que impide todo tipo de movimiento.
Los deseos de protagonizar y destacar son la chispa para darle vida a proyectos
comunitarios deportivos, culturales, etc. que estén abiertos a la innovación y
a la creatividad. El fenómeno de las tribus urbanas, aún con su espíritu
gregario y no muchas veces coherente, nos da una idea de cuánto se puede hacer
en espacios de libertad que lleven implícitos la responsabilidad personal y
social. Son un ejemplo del poder de asociación de un grupo determinado cuando
se ponen sobre la mesa intereses comunes y se respetan las opiniones, gustos,
estilos y modos de vida. Este aspecto constituye una oportunidad excelente para
educar ese individualismo hacia un personalismo comunitario.
No es un
secreto para nadie que los jóvenes son más incluyentes de la diversidad
existencial en cuanto se refiere a sexo, etnia, religión, pluralismo político.
Algo muy positivo que se relaciona con este tópico es que valoran la
transparencia y la apertura de mente. En este sentido vale resaltar que se
valora además la autenticidad, no la transmisión de un modelo de vida que trae
como premisa “haz lo que yo digo y no lo que yo hago”.
El 11 de julio de 2015,
Yuniel Labacena Romero, periodista de Juventud Rebelde realizó una entrevista a
José Ramón Machado Ventura, Miembro del Buró Político y Vicepresidente del
Consejo de Estado de la República de Cuba. La tituló: “A los jóvenes, la verdad
argumentada y no el dogma”. Excelente título, sería necesario aplicar esa
sentencia más allá de los contenidos que se exponen en las respuestas emitidas
por el alto dirigente quien, entre otras nos dice: “El joven tiene que tener
también criterios propios, discutirlos…” Cabría preguntarse, y no solo para los
jóvenes, ¿son respetadas nuestras opciones personales, siempre que no afecten
la convivencia pacífica y civilizada? ¿Podemos manifestar nuestros criterios
con total libertad y transparencia? No digo discutirlos, porque eso implica su
previa expresión y sabemos que muchas veces no sucede ni lo segundo ni lo
primero. Esto es motivado, en gran medida, por la falta de espacios reales
donde se aprenda a ejercitar la libertad. La ambigüedad moral de decir una cosa
con doble moral, y dando
importancia, solamente, a las apariencias externas.
Por último, y
de seguro que quedan muchas, otra de las fortalezas de los jóvenes es su
carácter emprendedor. Basta detenerse a observar en cada barrio, en cada
provincia, que la mayoría de los trabajadores por cuenta propia son jóvenes.
Han encontrado en la pequeña y mediana empresa privada un espacio para ejercer
esa libertad añorada, a la vez que representa una fuente de ingresos superior a
la empresa estatal.
¿Qué hacer? Actitudes y métodos
Las
principales actitudes y métodos para el trabajo con los jóvenes deben estar
acompañadas de absoluta transparencia y de una coherencia vital entre lo que se
piensa, lo que se dice y lo que se hace. Debemos tener el poder de
convocatoria, y más que esto, la capacidad para transmitir la experiencia
vivida y propiciar la formación de pequeños grupos auténticos, vitales,
comprometidos en algo concreto y visible. Debemos evitar, a toda costa, los
grupos-refugio, donde buscamos ser uno más, escondidos en la masa mientras pasa
el tiempo; o los grupos-trampolín, donde permanecemos por algún interés
personal hasta que llegue el momento dar salto para hacerlo realidad.
Consideramos
que el proceso de formación ciudadana a través de la educación en valores es
largo y complejo; pero su incidencia es extremadamente notable. Desarrollar
desde etapas tempranas la capacidad valorativa y las virtudes, estimula la
capacidad transformadora y participativa con significación positiva en el seno
de la sociedad, fomenta la espiritualidad y el desarrollo de la personalidad
hacia la integralidad, al mismo tiempo que transforma lo oficialmente instituido
a través de las normas morales, los sistemas educativos, el derecho, la
política y la ideología, de una moral malformada a una moral vivida.
La meta de la
formación ética-cívica de jóvenes debe estar sobre estos tres pilares:
Discernir y
asumir un proyecto de vida personal; 2. Descubrir y cultivar una auténtica vida
interior, con la espiritualidad y la mística como dinamo interior y 3.
Discernir y asumir un compromiso social coherente con los dos puntales
anteriores. Estas podrían ser algunas ideas que nos conduzcan en el tránsito de
una “generación desconectada” hacia una generación comprometida, en armonía con
los tiempos que vive Cuba y el mundo.
Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en
Microbiología.
Máster en
Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan
Pablo II.
Miembro del
Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
Responsable de
Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.
El Reino de lo Absurdo
AÑORANZAS DE UN PASADO, TRISTEZAS DE UN PRESENTE,
ESPERANZAS DE UN FUTURO
Por Luis Cáceres Piñero
Las añoranzas...
Lo más importante estaba
aquí. Los talentos cubanos, el capital cubano, los empresarios cubanos, los
inversionistas extranjeros y los del patio, la mayoría de los centrales
azucareros en manos de cubanos, grandes empresas en manos de cubanos, pequeñas
y medianas empresas de cubanos y cubanas, los marchantes privados del comercio
interior que compraban y vendían por toda la Isla y los que importaban y
exportaban privadamente fuera de ella.
Y los detalles estaban también aquí: las
farmacias repletas de medicamentos, las tiendas de ropa con precios para la
mayoría de los bolsillos, las heladerías y cafeterías en casi todas las
ciudades, las flores frescas y finas, una libra de azúcar cubano valía 3
centavos cubanos cuando los centrales eran privados, cuando los cafetales
estaban en manos de campesinos privados un sobre de café de variadas marcas
costaba 5 centavos, las calles sin huecos, los caminos reales en paz, los
parques para jugar los niños, los pobres pero honrados, los ricos de todo tipo,
los de clase media empujando el país hacia delante.
Disculpen, la
lista de nostalgias se haría muy larga... nada era perfecto, no todos tenían
acceso a lo mismo, pero la gente reía sin haber bebido, paseaba sin tener
divisas, y muchos extranjeros venían a Cuba a probar fortuna.
Las tristezas de hoy...
¿Por qué ahora
casi todo el mundo quiere escapar de Cuba? ¿Por qué ahora se ruega a los
empresarios extranjeros que se hagan cargo de empresas que podrían estar en
manos de cubanos? ¿Por qué los hijos de esta tierra no pueden invertir en
grande, sin susto, en su propio país? ¿Por qué los centrales, los cafetales,
las empresas, los servicios, lo estatal no funciona o es ineficiente e incapaz
de satisfacer las necesidades más básicas y sencillas de nuestro pueblo? ¿Por
qué cuando una de esas empresas, o los restaurantes, o el transporte está en
manos de privados, funcionan bien, eficientemente y con calidad y buen
servicio?
Me pregunto
con tristeza por Cuba... ¿Por qué en el presente la gente se lanza al mar a
riesgo de perder la vida y la familia y antes no había balseros? Lo contrario,
venían en barco huyendo de otros males fuera desde la China o desde la Alemania
nazi, cantoneses o judíos. Venían a buscar refugio y prosperidad. Ni la gente
muy pobre quería huir de aquí para cualquier parte, a cruzar fronteras,
atravesar selvas infernales...
¿Por qué en el
presente y desde hace más de medio siglo esto sigue ocurriendo? ¿Todos se han
equivocado? ¿Todos han sido manipulados por una ley extranjera? ¿Ningún cubano
o cubana ha pensado con cabeza propia y ha decidido “salvar” a su familia de
“esto”? Triste pero cierto, yo lo oigo todos los días. Escucho a gente
acomodada y gente muy pobre, los que están o estuvieron trabajando para el
Estado y campesinos privados...
Me duele que
la gente tenga que buscar fuera lo que no le permiten hacer y conseguir
honradamente aquí. Cuando un país pierde a uno solo de sus hijos hay dolor,
algo anda mal, cuando pierde a más de uno, más grande es el dolor y mayor será
el mal que lo produce. Durante años hemos perdido una buena parte de la
juventud y antes que estos nacieran perdimos a otros que eran entonces jóvenes
y con ellos Cuba perdió talento y riquezas que fueron a ofrecer y crear a
cualquier rincón del mundo. Eso pudo haber sido aquí y pudo haber sido más por
ser aquí en su casa. Es el reino del absurdo.
Las esperanzas del futuro...
Sin embargo, y
a pesar de los pesares... tengo esperanza en el futuro. Veo, me entero y
comparo lo que han podido hacer los cubanos y cubanas en cualquier país fuera
del nuestro. Y no solo negocios prósperos, o carreras universitarias, o
rascacielos y ciudades como otras cualquiera en países libres. Sino que los
cubanos han llegado a ser triunfantes deportistas como los que viven aquí, pero
felices, libres y prósperos para mantener y ayudar a sus familias. Cantantes
que han puesto el nombre de Cuba bien en alto desde la nostalgia del exilio
pero con la esperanza de que un día volverán a cantar o actuar en esta bella
Isla. Otros han llegado a cargos importantes por sus propios méritos y no
teniendo que tener máscaras para fuera y doble vida para adentro.
Sí, tengo
esperanza en el futuro de Cuba, porque tengo fe en los cubanos y cubanas, en el
talento, en sus ganas de luchar, en lo que han demostrado trabajando cuando los
dejan libres... que lo que necesitan no son limosnas, ni remesas, ni que vengan
asiáticos a enseñarles a sembrar arroz, o colombianos a enseñarles a cultivar
café, ni brasileños a decirles como producir azúcar... todo esto ya lo sabíamos
hacer “antes” y lo sabremos hacer mejor “después”.
Tengo
esperanza porque he podido salir de la Isla, comparar, ver la realidad y he
llegado a la convicción de que mientras más libres y responsables de su vida
son los seres humanos, más próspero, desarrollado y feliz es su país. Mientras
más libre y próspero y más oportunidades hayan y las pueda encontrar en su
propio país, casi nadie se marchará a buscar la fortuna que podrá encontrar
aquí, luchando, trabajando, no esperando que el sustento le llegue de “allá”.
Dicho esto...
y con la experiencia vivida. Declaro que no estoy manipulado. Que puedo pensar
aún con mi propia cabeza, y que invito a otros a usarla también, y a sacar sus
propias conclusiones y a prepararse para un futuro próximo, hecho por nosotros
mismos... y que seguro será mejor.
Luis Cáceres Piñero (Pinar del Río, 1937).
Pintor.
Reside en Pinar del Río.
Última hora
ENCUENTRO
DEL CENTRO DE ESTUDIOS CONVIVENCIA
CON
LAS HERMANAS DE LA COMPAÑÍA DE SANTA TERESA DE JESÚS EN CUBA
Por
Consejo de Redacción
El
pasado sábado 27 de agosto de 2016, el Centro de Estudios Convivencia, a
solicitud de las Hermanas de la Compañía de Santa Teresa de Jesús en Cuba,
sostuvo un encuentro con ellas durante todo el día. Participaron 10 de las 11
hermanas que conforman la congregación en Cuba. Los objetivos fueron:
profundizar en la realidad nacional especialmente en los
temas niñez, jóvenes, mujer, adulto mayor, Iglesia y vida religiosa,
sincretismo religioso, afrodescendientes, educación y emigración y hacer un
marco situacional para la congregación teniendo en cuenta todos estos sectores
de la vida nacional.
El encuentro comenzó con una “Plegaria al
Espíritu Santo” en la que, entre otras peticiones se decía: Danos el fermento
de la verdad, la sal de la libertad, y el don de la justicia, a cuantos
sufrimos en Cuba a causa de nuestras miserias materiales y espirituales. (Esta
plegaria puede ser encontrada íntegramente el libro “Cuba: hora de levantar
cabeza” de Ediciones Convivencia, disponible en www.convivenciacuba.es).
En la jornada de la mañana se desarrollaron
los temas de niñez, mujer y adulto mayor animados por Karina Gálvez Chiú, quien
presentó un análisis de la realidad cubana basado en las principales ventajas y
desventajas de dichos grupos etáreos. Posteriormente hubo un tiempo destinado
al trabajo en equipo para el debate de los temas presentados y la búsqueda de
estrategias para el trabajo en cada una de las comunidades de las Hermanas
Teresianas en el país. La situación actual de los jóvenes y la educación en
Cuba hoy, fue el otro grupo de temas de la agenda de la mañana, animados por
Yoandy Izquierdo Toledo. En este bloque de contenidos fueron presentadas las
principales fortalezas y debilidades de los jóvenes cubanos, así como algunas
actitudes y métodos a tener en cuenta para el trabajo con ellos. También fue
expuesto une estudio sobre situación de la educación ética y cívica en la
sociedad cubana actual.
En la jornada de la tarde se desarrollaron
los temas de afrodescendientes, sincretismo religioso y emigración. Aquí fueron
debatidos varios conceptos relacionados, como son la religiosidad popular y la
piedad popular, así como se presentaron ejemplos de dichas manifestaciones. A
su vez, este compendio temático analizó, además del “¿qué es?”, el “¿qué
hacer?” ante estos fenómenos sociales. Relacionado con la emigración, el
animador, Dagoberto Valdés, presentó la causa, las consecuencias y las posibles
soluciones que deben generarse desde los dos pulmones que conforman la nación
cubana: Isla y Diáspora.
Luego tuvo lugar una plenaria para la
discusión del trabajo en equipos y, finalmente, una evaluación del encuentro.
Las hermanas expresaron su gratitud a Dios por la sintonía espiritual entre la
comunidad religiosa y las líneas de trabajo del Centro de Estudios Convivencia.
Dieron gracias también por haber compartido estas visiones desde la propia
experiencia personal y por brindar soluciones viables para cada uno de los
problemas analizados.
Este encuentro forma parte de una serie de
reuniones propias de la congregación religiosa y su labor pastoral en Cuba, que
continuó al día siguiente, 28 de agosto, con otras temáticas y animadores.
El Centro de Estudios Convivencia
agradece de manera especial la invitación de la Compañía de Santa Teresa de
Jesús en Cuba, que tiene muy en cuenta el papel del laico en la evangelización
de la sociedad, y les anima a continuar adelante en sus líneas de acción
pastoral. Las herramientas ya las tienen: su carisma educativo y su vocación
para el servicio acertado y desinteresado. Las enseñanzas y conducción por el
azaroso camino de su trabajo en Cuba también las tienen de parte de su santa:
…nada te turbe, nada te espante.
CARLOS
IV: CONFERENCIA SOBRE SU VIDA Y OBRA A CARGO DEL Sr. FILIP VURM
Por Consejo de Redacción
El pasado viernes 30 de septiembre de 2016, el Sr. Filip
Vurm, cónsul de la República Checa en Cuba, dictó una conferencia magistral en
el Centro de Estudios Convivencia (CEC) en Pinar del Río con asistencia
de un selecto público, el que pudo llegar al lugar, pues otros tuvieron
inconvenientes que le impidieron salir de su municipio.
La conferencia histórico-cultural versó sobre la vida y obra
de Carlos IV, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y Rey de Bohemia,
con ocasión de celebrarse 700 años de su natalicio.
Carlos IV hizo de Praga una digna capital del Imperio, dotó a
la ciudad de su mayor desarrollo y esplendor de todos los tiempos y proclamó la
Bula de Oro, magno documento que dio estabilidad e instituciones al Imperio
durante siglos. Dagoberto Valdés, Director del CEC, agradeció al docto
diplomático checo su presencia y brillante conferencia que honra al CEC y a
Pinar del Río. Un trío de jóvenes músicos de la tertulia de Convivencia en
Candelaria deleitó a los presentes con dos piezas de la trova cubana.
Eventos culturales como este no solo sirven para elevar el
conocimiento de las raíces milenarias de nuestra cultura occidental sino que,
además, estrechan los lazos de amistad entre los pueblos de la República Checa
y Cuba. El día siguiente el Sr. Cónsul realizó una visita de cortesía al Excmo.
Mons. José Siro González Bacallao, obispo emérito de Pinar del Río en su
residencia en Mantua M. N.
Convocatoria
“IMPRIMA
UNA, PARA QUE HAYA MÁS CONVIVENCIA”
El Consejo de Redacción de
la Revista sociocultural Convivencia invita a todos los interesados a
participar en la siguiente Convocatoria:
1. Como
nuestra prioridad son los cubanos y cubanas dentro de la Isla, además del
portal en Internet ofrecemos dos versiones del contenido íntegro de la
Revista Convivencia para ser enviadas por correo electrónico dentro de Cuba:
una versión HTML (solo texto) y otra versión PDF ilustrada y lista para que
usted la pueda imprimir por su cuenta y logre compartirla con sus amigos.
2. Esta
Convocatoria, tiene como objetivo una invitación para imprimir un ejemplar de
la revista Convivencia (versión PDF) por cuenta propia, de modo que pueda
llegar, poco a poco, a más lectores con la pequeña y valiosa participación de
todos. Desde su lugar, con los pocos recursos a su alcance, imprima una Revista
como hacemos con las tesis, los trabajos de curso y otros muchos documentos,
sin tener imprentas ni fotocopiadoras.
3. Además,
imprimir un solo ejemplar de cualquier documento de carácter pacífico y
sociocultural, para uso personal y de los amigos, está totalmente permitido por
la ley y no constituye delito ni violación de reglamento alguno en Cuba, ni en
ningún lugar.
4. Se
trata de estimular y ejercitar, de esta forma sencilla, lo que en cada uno de
los cubanos y cubanas existe: el suficiente ingenio, la iniciativa personal y
los deseos de buscar lecturas alternativas por cuenta propia. Creemos en la
fuerza de lo pequeño. Usted la tiene dentro. El caso es ponerla a trabajar con
inventiva y creatividad.
5. Usted
puede tener la versión PDF, ilustrada y lista para imprimir con solo alrededor
de 30 hojas por ambas caras solicitándola a: redaccion@convivenciacuba.es (sin
tilde en redacción), pidiéndola y pasándola a un amigo en su memoria flash, o
bajándola directamente de nuestro portal web: www.convivenciacuba.es. Nuestros
PDF no exceden los dos megabytes.
6. Si
logra imprimir un solo ejemplar, por favor, escríbanos a ese mismo correo para
incluir a su poblado, municipio o provincia, en la Convocatoria: “Imprima una,
para que haya más Convivencia”. Llevaremos una estadística por
territorios y le daremos un número de suscripción como colaborador de esta iniciativa
al que lo desee y así lo exprese en su correo electrónico. Atención: No es
necesario poner el nombre de la persona que la imprime.
7. Pasa
esta Convocatoria a tu lista de amigos. Participa en este ejercicio de
ciudadanía que es otra forma de aprender los métodos propios, autónomos,
sencillos, populares y pobres, para tejer sociedad civil.
Consejo de Redacción
Revista digital
C o n v i v e n c i a Pinar del Río. CUBA
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EN: www.convivenciacuba.es
Email:
redaccion@convivenciacuba.es (sin tilde en redaccion)
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