Tuesday, November 15, 2011

Conference on Corruption in Cuba

Corruption has been a recent focus in Cuba. It has become an issue that might affect the ability of State apparatus and Party to effectuate the ambitious program of limited reforms of the Lineamientos embraced in the recently concluded Party Congress. See, Larry Catá Backer, Corruption in Cuba–The Cuban Communist Party Signals Public Recognition and Party Obligation, Law at the End of the Day, July 16, 2011.
Corruption can be understood as evidence of two distinct but important social conditions. First, corruption is evidence that a system, as formally constituted and as functionally implemented, is not working. It provides a concrete manifestation of “workarounds” in the face of ideologies or mechanics that have been effectively rejected by the people and those who serve them. In effect, corruption can suggest the extent to which the governing structures of operation do not reflect the realities of life lived or the contradictions between the ideological foundations of the state and the realities of its manifestations among the people. In its extreme form under these conditions, corruption can have revolutionary consequences and effectively dissipates the power of the state. Secondly, and more commonly, corruption is understood divergence of resources from productive uses. (Ibid.).
Recently, the Cuban state continued its emphasis on issues of corruption at a widely publicized conference. “Con el mazo dando y la raíz cortando,” Juventud Rebelde, Nov. 9, 2011, a portion of which is excerpted here.
(“La primera conferencia magistral del encuentro estuvo a cargo de la contralora general de la República, Gladys Bejerano. Foto: Roberto Morejón”, from “Con el mazo dando y la raíz cortando,” Juventud Rebelde, Nov. 9, 2011)
Algo anda podrido en el reino de este mundo, parafraseando al príncipe Hamlet: una pandemia que todo lo compra y lo extorsiona. Ese es el tema que ocupa desde este miércoles en La Habana a fiscales, contralores, criminalistas, auditores y otros estudiosos, en el V Encuentro Internacional sobre la Sociedad y sus retos frente a la corrupción.
¿Cuál es la terapia eficaz para esa serpiente gananciosa, un mal que viene de siglos, se acentúa en la sociedad de mercado, y no deja de tener brotes hasta en el socialismo cubano, dispuesto a renovarse y dejar atrás las trabas y turbulencias económicas que frenan su avance?
Las voces en el Palacio de las Convenciones, tanto de cubanos como de extranjeros, convergen en que, si bien se requieren políticas gubernamentales e institucionales de enfrentamiento a esa carcoma social, la solución estratégica es ir a la raíz del fenómeno, atacar las múltiples causas que lo generan.
En sus palabras de apertura y bienvenida, el fiscal general de la República de Cuba, Darío Delgado Cura, expresó que para enfrentar la corrupción «no bastan los discursos, no es suficiente estar convencido de que es algo grave para nuestras sociedades». Es necesario —enfatizó— tener voluntad para prevenirla y enfrentarla, pues unos no la encaran con determinación, y otros conviven con ella, viven de ella y la toleran.
Al definir esa suprema distorsión, el Fiscal General subrayó que se trata de un «fenómeno multicausal, en el cual las conductas individuales se encuentran motivadas por factores morales, éticos, económicos y de compromiso político, lo que se une a la falta de control, permisibilidad y violaciones de lo legalmente establecido».
Darío Delgado reconoció que «tenemos hechos de corrupción en nuestra sociedad», los cuales requieren un enfrentamiento organizado, donde participen todos: fiscales, jueces, auditores, asesores, consultores jurídicos, abogados y notarios, entre otros. También, subrayó, se necesita una política preventiva y penal coherente, para responder a «las variables y crecientes manifestaciones que está teniendo (el fenómeno) en los tiempos actuales».
Por su parte, la contralora general de la República, Gladys Bejerano, enfatizó que la lucha contra la corrupción forma parte de la defensa de la soberanía e independencia nacional. Y como caldos de cultivo mencionó las lacras del pasado, la codicia imperialista sobre nuestra nación, y errores y tendencias perniciosas en el diseño socioeconómico a lo interno.
Significó que la corrupción destruye valores éticos, debilita la moral, mina por dentro a colectivos e instituciones, desvía recursos, desvirtúa los esfuerzos y programas de desarrollo, desorganiza, desanima y afecta nuestros planes de desarrollo.
Destacó que «estamos ante una tarea muy compleja que refleja la situación de la sociedad cubana actual»; y en alusión al impostergable enfrentamiento, instó a recuperar y fortalecer valores, y asumir la institucionalización del país sin improvisaciones ni apresuramientos, pero con la urgencia de rectificar y buscar vías para defender y salvar el socialismo.

A crimen transnacional, respuesta global

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Tal es el alcance del problema que esfuerzos ceñidos a un país u otro no podrán acabar con él: la transnacionalización del crimen organizado y la corrupción requieren de respuestas y estrategias de toda la Humanidad, que trasciendan las fronteras.
Some of the more interesting insights raised by the article included the high level participants form the Cuban state. The signalling, something Cuban state officials tend to be careful about, was clear. More interesting perhaps, was the somewhat understated though evident admission of the possibility of systemic issues of corruption, generally, and more obliquely still, within Cuba itself. But even that admission was tenuous. Darío Delgado Cura, the Attorney General, was willing to admit to the possibility of complex and multiple causes of corruption within society, for example. But he pointed to morals, ethics, economics and political compromises. And it was not surprising that he would then focus on legislative and policy coherence in constructing a legal and penal framework for responding to the issue. Gladys Bejerano, the Comptroller General, got closer, perhaps. She suggested corruption’s sources in “errors and pernicious trends in internal socioeconomic structures.” She pointed to the effects of corruption, pointing to the way it destroys ethical values, debilitates morale, undermines collectives and institutions, diverts resources, and adversely affects development goals. Yet at the same time, these factors all appeared to exist outside of and not within the organization of the state sector. That blindness to systemic causes, and a willingness to continue to insist that corruption is sourced outside the state, may substantially hamper efforts at systemic eradication. Rectification is an obligation that is also meant to be internal to state and Party.

Both officials suggested that the fight against corruption was ultimately about values. That, at least, suggests an interesting and within the framework of the construction of the ideology of the Cuban State system, an important, admission. One can expect to see a translation of these ideas into action soon if there is expectaiton of movement toward meeting even the modest objectives of the Lineamientos.

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